Los hijos una bendición y un préstamo.

   Desde el momento que nacen nuestros hijos no cambia por completo la vida, en sus primeros días de nacido solemos pasar por trasnochos debido al tema de su alimentación y en oportunidades noches en vela por cuidar su salud. Se transforma nuestro estilo de vida porque debemos hacer cosas que cuando ellos no existían no estaban en nuestros itinerarios, y una infinidad de cambios que van ocurriendo en nuestras vidas hasta que uno se planifica y se adapta a ese tren de vida como padre.

   A medida que van creciendo se va fortificando ese lazo entre padres e hijos y es entonces cuando la aventura de ser padres se va llenando de cuentos, historias, paseos y un sin fin de actividades que ayudan a crear ese ambiente de protección que todo niño desea y necesita.

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   Conforme los hijo van creciendo indudablemente los padres van envejeciendo y por supuesto ya sus gustos y necesidades van variando, es entonces cuando comienzan a tener amigos, salidas y hasta novios; es entonces cuando los padres debemos prepararnos que como las mariposas salen del capullo y comenzará, a escribir su propia historia.

   Cabe destacar que los hijos son el reflejo de sus padres y no debemos sorprendernos del trato y la reciprocidad con que nuestros hijos luego de abrirse camino a la vida nos retribuyan con lo mismo lo que ellos han recibido. Por esa y muchas razones más es muy importante darle todo el amor que mana de nuestros corazones, la paciencia y las buenas costumbres para que ellos sean unos hombres y mujeres de bien y por supuesto mejores padres que nosotros mismos.

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"Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de como amar a alguien más que a nosotros mismos, de como cambiar nuestros peores defectos para darle los mejores ejemplos y de nosotros aprender a tener coraje. Si ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue a penas un préstamo... El más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos".
-José Saramago. Premio Novel de Literatura