Saludos mis Steemianos. Esta es la segunda entrega de los juegos tradicionales de mi pueblo y con los cuales fui creciendo y compartiendo con mis amigos. Grandes momentos donde corrimos hasta el cansancio y que disfrutamos mucho. Por más que quise tener imágenes referentes no pude lograrlo, pero traté de explicarlo lo mejor posible para que puedan visualizarlo.
Pote (envase de plástico o metal liviano).
Este juego es parecido al escondite (escondidillas) común, con la única diferencia es que no se cuenta para que los demás jugadores vayan a buscar un lugar donde esconderse, sino que se colocaba un envase (pote) en la mitad de la calle y el jugador que le tocaba buscarlo por quedar de turno, esperaba que algún otro jugador pateara lo más lejos posible ese pote y mientras el perdedor lo buscaba el resto corría a esconderse. Cada vez que se encontraba un participante se debía correr hacia el envase y tocarlo. Solo el último en encontrar y el que podía liberar lo pateaba en señal de libre.
Carros de lata.
Algún padre con buen ingenio se inventó hacer “carritos de lata”. No es que tiene forma de carro, es nada más con el simple hecho de que gire y se pueda llevar con una cuerda para todos lados. Este ”carro” lo hacíamos con cuanto envase se pudiera, de lata donde venía la leche en polvo, lata de chocolate, de pintura, de aceite de carro, de aceite comestible; de cualquier cosa que fuera cilíndrica y se lo pudiera colocar una cuerda.
Les explico cómo lo elaborábamos: el pote una vez vacío, se le abrían dos huecos con clavo en el fondo y en la tapa. Pasábamos un trozo de alambre a través de ellos y amarrábamos los extremos. Luego con tierra o arena los llenamos completamente y cerramos el envase. Con una cuerda fijábamos un nudo en el alambre y listo, ¡empezaba la diversión!
Horas y horas correteando por la calle haciendo el mayor ruido posible y esperando que no se destapara el pote para que no se saliera la arena. Al final del día después de tanto corretear, jugábamos a los choques y bueno, se podrán imaginar el desastre en las calles por la tierra o arena regada por todos lados. Obviamente recogíamos lo que se podía para no dejar todo aquello por ahí.
Avión de hojas.
En realidad solo sería la hélice del avión lo que hacíamos. Este era el más simple de todos, buscábamos una hoja fuerte y pequeña (la mayoría de las veces usábamos de mango) y le quitábamos una parte de la hoja del lado superior izquierdo y otra del lado inferior derecho, a fin de que se viera una ”Z” y con un palito le abríamos un huequito para pasarlo. Con eso era suficiente para andar corriendo y ver como giraba a una buena velocidad la hoja. Buenos momentos.
Papagayo o Volador.
Lo elaborábamos con hojas de periódico viejo. Hacíamos un cuadrado y con las venas de las palmeritas se las colocábamos d en cada punta con pega un poco arqueada y con hilo para que no se soltara. Les hacíamos las colas con el mismo periódico o con bolsas plásticas cortadas en cintas. En algunas oportunidades intentamos elaborarlo completamente con bolsas pero no nos llamó mucho la atención hacerlo así. Quizás era por lo tedioso al colocarle la pega a la bolsa y lo endeble que era para manipularla.
Fotografia tomada con Huawei Ascend P7.
Gracias por leer y hasta la próxima entrega.
Que malo fui yo para los juegos desde niño! Jeje... Por eso me dediqué a la música desde chiquito... Solo se me daban las metras, pero siempre perdía. Me encantó tu post hermano, saludos ✌
Bueno, yo combiné ambas, la música y los juegos. Cada vez que lo recuerdo digo: que buena infancia tuve. Gracias por leer.
Hola @changue. Muy bueno recordarlos y rescatarlos. Saludos.
Es lo que siempre se ha intentado. Sin embargo es difícil porque ya nuestros niños solo saben de celulares y video juegos. Claro, no todos tienen ese acceso, pero por ejemplo en mi pueblo ya la nueva generación ve ese tipo de juegos obsoleto. Pero lo importante es que se sigue haciendo el intento.