Salud, estimados Stemians. El sistema de transporte público, herramienta del desarrollo de cualquier país, colapsó en Venezuela. Sus habitantes, los de a pie, deben hacer sus diligencias caminando o utilizando camiones a los que han dado en llamar “perreras” –como el que se ve en la foto posterior a esta presentación—, los cuales, aparte de estar siendo causas de accidentes mortales, les remarca el sabor de la decadencia al que se ha sido llevado su país. Este post intenta profundizar en la causa de esta realidad.
En cada disfuncionalidad de la estructura democrática de la Venezuela actual; en cada carencia de los ciudadanos, convertidas ya en pavorosa desidia, al poco de hurgar se halla la mano del caudillo irresponsable que llegó al poder para desgracia de los ciudadanos de este país. Y uno de los más claros ejemplos de ello es lo que sucede con el sistema de transporte público, hoy casi totalmente desaparecido.
Esa, como otras tragedias, comenzó cuando el llamado “Comandante eterno” empezó a crear “acuerdos bilaterales” que terminaron haciendo dependiente comercialmente a Venezuela de China.
Tales relaciones se iniciaron en 2001 con las firmas de rimbombantes acuerdos para conformar “empresas de capital mixto”, para lo cual los dos países se comprometían a poner recursos de parte y parte: fue el inicio del tristemente célebre Fondo Chino, cuyos resultados al día de hoy pueden resumirse en inversiones sin resarcimientos satisfactorios, $84 millardos desfalcados y algunas detenciones. Un plan considerado por los especialistas como “disparatado” y de consecuencias desastrosas para el país, pues esas enormes cantidades de dinero nunca generaron producción. ver
Lo cierto es que aquel país asiático le abrió “la bolsa” al caudillo y comenzó a prestarle cantidades cada vez más grandes a partir del 2007, año en que se abre la seguidilla de empréstitos, prolongada hasta 2015, a cuenta de pagos petroleros a futuro, cuando, contradictoriamente, el país aún gozaba de una bonanza petrolera sin precedentes. Y para más sospechas , estos créditos no tenían como justificación proyectos específicos de estructuras esenciales para el desarrollo nacional (un gran canal de riego, un ferrocarril, un puerto internacional), sino el genérico y populista ofrecimiento del caudillo de que servirían para “el despegue” de la economía.
En 2010 los chinos jugaron fuerte: otorgaron un crédito de $20 millardos, pero con las siguientes condiciones: 10 millardos entregados en efectivo y otros 10 en moneda china para compras a futuro.
Con esta operación el vivaz gigante asiático se aseguró petróleo barato comprado a futuro –lo que los especialistas llamaron en su momento “La daga china”—, la dependencia del país y, a la vez, la posibilidad certísima de monopolizar las importaciones venezolanas. Fue la ya clásica operación de un “pez grande” tragándose a un “pez chico” irresponsable y torpe.
Entonces se desató el “achinamiento” del país: todas las importaciones se fueron concentrando desde el gigante asiático: motos, (incluyendo los horrorosos cascos protectores), autos (entre ellos taxis para entregar a cambio de votos), materiales de construcción, línea blanca, (que servía para entregar en los actos proselitistas), herramientas eléctricas, entre otros miles de productos, y todo casi siempre de pobrísima calidad, quizás debido a los manejos de los importadores asociados al oficialismo, ante los cuales el aparato gubernamental se hacía de la vista gorda: lo importante era mantener al país (aparentemente) abastecido; si los productos se deshacían en manos de los compradores al poco de adquirirlos, era cosa sin importancia.
Y todo ello en una atmósfera oficial de irresponsable y salvaje regodeo, como si la enorme deuda que se estaba adquiriendo fuera un maná milagroso, regalo de la Revolución, cuestión de la que se encargó Chávez de hacerle creer a los venezolanos: que el “Fondo chino” era solo una normal y rutinaria cooperación “de solidaridad” entre países hermanos
Lo cierto fue que en ese momento todos los planes y proyectos del gobierno chavista giraron en torno a esa línea de crédito, pues de manera absurda parecían partir del principio de que depender de un país “socialista”—cosa que China no es— era liberarse del odiado "capitalismo salvaje". Entonces nació la idea de consolidar la lucha en contra de la iniciativa privada y, entre tantas ideas de ese desbarajuste, se creó una línea de transporte dependiente del gobierno.
Pudieron haber encomendado las unidades necesarias a las empresas fabricantes que ya estaban, lo cual hubiera impulsado el empleo interno y el auge de la industria en Venezuela. Pero para hacer esto se necesitaba que hubiera en el chavismo aunque fuera una dosis mínima de nacionalismo. Y nunca la ha habido.
Lo más fácil fue comprar las unidades a China y con ello “honrar” el crédito abierto con el que se allanaban todas las dificultades, aunque la verdadera razón para comprar los autobuses “Yutongs”, unidades, aunque de buena calidad, poco adecuadas para la estructura de nuestras ciudades, fue seguramente la posibilidad de cobrar jugosas comisiones.
Las compras fueron aceleradas: entre el 2011 y el 2015, se adquirieron de forma directa 7.016 de esos vehículos. Y solo en este último año la compra fue de 2.300 de ellos; esta por la friolera de $361 millones de dólares.
El anti nacionalismo es tal que ni siquiera se les ocurrió instalar una planta de la fábrica Yutong en el país, idea que solo se mencionó como un saludo a la bandera en el año 2015, cuando se anunció en Gaceta, con bombos y platillos. Pero fue notorio el desinterés de China, país que para ese momento ya desconfiaba de Maduro –a quienle había detenido la línea de crédito— y a regañadientes accedió a poner el 15% de la inversión total de un proyecto que, de todas maneras, se quedó en veremos.
La compra de los autobuses Yutongs, no obstante, pudo haber sido una solución para el transporte público en Venezuela, si acaso hubiera habido en este desgobierno un poco de gerencia. Pero ni siquiera se tomó en cuenta el mantenimiento (repuestos, servicio, técnicos especializados) necesario para una línea de transporte de esa magnitud. Todo fue una mascarada, con choferes uniformaditos y televisores con videítos de Chávez en las unidades, para disimular la oscura corrupción y la incapacidad infinita.
Y hoy estos autobuses, cuyo costo total podría estar por encima de los mil millones de dólares, están pudriéndose al sol: los que han quedado averiados después de cumplir un tiempo de servicio y la gran mayoría están convertidos en chatarra (de estos. ahora se sabe, hay algunos que nunca fueron usados).
Mientras tanto, abandonados a su suerte, los transportistas privados han tenido que retirar una a una sus unidades por falta de consumibles, como baterías, cauchos, lubricantes, dados los altos precios en una economía hiper inflacionaria. El gobierno ha tratado de implementar medidas que terminan sucumbiendo a la corrupción; como la creación de las llamadas “Proveedurías para los transportistas”, donde se ponen a la supuesta disposición estos los rubros ya mencionados. Sin embargo, los pocos que llegan terminan siendo comercializados a altos precios en el mercado negro por los mismos encargados de entregarlos a precios asequibles. El remedio termina siendo peor que la enfermedad.
El transporte oficial, de primera calidad y a bajo costo para felicidad del pueblo, fue otro “cuento chino”. Y su manifestación práctica son hoy las llamadas “perreras” o "chirrincheras", en las que los venezolanos se ven obligados a trasladarse precariamente y corriendo altos riesgos, mientras su dignidad es arrastrada por el suelo.
Clarísima y muy objetiva exposición de uno de los negocios que evidencia la corrupción de este gobierno y las terribles consecuencias económicas, sociales y morales para la clase humilde venezolana.
En mi últmo viaje a Caracas pude constatar en varios sectores de la ciudad los cementerios de YUTOGS. Dan ganas de llorar.
Espero algún día cercano podamos ver a los responsables de esta monumental estafa pagar por sus crímenes.Excelente analisis, @antoaristi. Lo del trasporte sería suficiente para que cualquier gobierno en cualquier otra parte del planeta caiga. Que decir lo de la comida.
Muy completa y clara tu denuncia de uno de los tantos engaños y agravios hechos por el gobierno -fallido y forajido- venezolano, de Chávez a Maduro. Los ciudadanos sufrimos a diario, en modo gravísimo, todas las consecuencias terribles de tan irresponsable y corrupta actuación. Gracias por compartir, @antoaristi.