Al Banesco directo y por banda a las elecciones

in #spanish7 years ago

# Salud, estimados stemians. A medida que escribe sobre el drama venezolano, también el suyo como ciudadano residente, el observador se siente más sereno para relacionar los indicios, menos llevado por la pasión y más por la racionalidad, madre de la claridad en los juicios. Desde esta relativa objetividad les entrego algunas conclusiones sobre el último movimiento del gobierno venezolano al intervenir el Banco BANESCO, el más utilizado por nuestros compatriotas en el exilio para ayudar monetariamente a sus familiares, atrapados estos en una Venezuela donde ya es casi imposible la subsistencia humana. Y con unas elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina.

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Tratemos de leer la intervención del Banco Banesco por el gobierno chavista.

De las causas señaladas por los comentaristas las más creíbles son dos: una, ya mencionada por los funcionarios encargados, para obligar a los venezolanos que desde el extranjero envían remesas a sus familiares a que lo hagan cambiando las monedas de origen, fácilmente convertibles al dólar, por la divisa oficial, el llamado Dicom, que tiene un valor irreal, falso, muchísimo menor al “negro” que está rigiendo la economía nacional, el mismo utilizado por nuestros compatriotas para paliar la hambruna.

Según la otra, se trataría de una maniobra para desviar la mirada de los problemas tan aciagos que enfrenta el país: la hambruna haciendo estragos en la población; escasez de medicamentos casi total que silenciosa y efectivamente riega de cadáveres la patria de Bolívar; e incluso ocultar la más terrible complicación, la incapacidad total del Pranato para salir de la trágica situación nacional, dado que están cogidos en una trampa fabricada por ellos mismos y de la que no pueden salir sin entregar el poder, escapatoria a la que temen como al demonio las almas pías.

De las dos posibilidades arriba señaladas es preferible unir ambas, pues el modelo de estrategia que le compraron –y bien caro— al castro comunismo les obliga a seguir actuando como en el juego de la carambola: apuntan a un objetivo que aparentemente resulte natural y se pueda exponer mediante razonamientos medianamente lógicos; mientras que, por otra parte, tienen en la mira otros fines, menos evidentes pero más siniestros, más importantes a sus angustiantes planes: destruir a sus contrincantes –para ellos “enemigos”— y, en suma, aprovechar el desconcierto para alcanzar el gran objetivo de su preocupación, lo único que les quita el sueño: permanecer indefinidamente en el poder.

De allí que, en cadena nacional, salga Maduro a decir lo que le puede brindar alguna credibilidad a la medida de intervención; es decir que está defendiendo la moneda que el pueblo utiliza de unos delincuentes banqueros; lo que apunta a la vieja pero efectiva monserga socialista de poner como enemigo del que nada tiene al que algo le queda.

Hay, por supuesto, quien atribuya ignorancia en estos asuntos a su destructivo proceder (y mucho de ella hay). Incluso, existen quienes creen que estas medidas provienen de instrucciones directas de los asesores económicos, que en el caso venezolano sería el “economicista” de izquierda, autor de un libro más bien de fábulaciones, “El pensamiento económico de Hugo Chávez”, español y gandul podemista, Alfredo Serrano Mancilla –a mi entender, uno de los gañotes de Raúl castro—, quienes, seguramente, les brindan rebuscadas razones para, a la vez, sacudirse su propia responsabilidad y explicar, poniendo a otros como culpables, la desastrosa situación económica de país; justificaciones estas que el Pranato asume en vocerías que pueden llegar al absurdo (v.g.: la falacia de Jaua: “ Si en Venezuela los estantes de los supermercados están vacíos; entonces, en Venezuela no hay hambruna”). Con todo, es absolutamente imposible que a lo interno del Pranato no se sepa que esa inyección dineraria de las remesas está evitando una mayor profundización de la debacle económica.

Interesa al observador, entonces, percatarse de las consecuencias más directas de obstaculizar las remesas. Por una parte, la minimización de la ayuda que aquellos compatriotas les envían a sus familias; y, por la otra, que el gobierno, al robarles a los venezolanos en el exterior una parte de sus esfuerzos, puede reforzar el dólar Dicom para seguir subastándolo a sus modos y maneras, naturalmente para beneficio de sus capitostes.

Pero, en general, el efecto buscado es el mismo del que hemos estado advirtiendo desde el momento en que se planteó esta elección: realizarla dentro de un momento de mayor pauperización para, con ello, acelerar el hambre y la desesperación por conseguir comida en la gente, garantía de tener bien disminuida la dignidad ciudadana y hacer más efectiva la compra del voto mediante las ya miserables “cajas CLAP”.

Cualquier político –yo no me considero tal, advierto— se preguntaría por qué intervenir un banco, algo que, de hecho, produce tanta animadversión en el público, en vísperas de unas elecciones tan importantes para los gobernantes. La respuesta, si se quiere, resulta obvia: porque los malos efectos esperados no se consideran de gran importancia para el logro del triunfo, más amarrado al procedimiento de mover una parte ya contada de votantes, a las ventajas de tener un árbitro obediente y a las armas en manos de mandos corrompidos, que a una respuesta espontánea y libre del electorado.

Mientras tanto, el liderazgo de oposición, como siempre, actúa o, mejor, comienza a decidirse a actuar, solo en el último momento e, incluso, sin mostrar ningún asomo de haber calibrado la situación. Una parte aquel, ahora, a menos de dos semanas del día D, comienza a gotear hacia la candidatura de Falcón; y la otra propone “estarse quieto, “dejar las calles solas”. Sin más instrucciones que la gente pueda seguir, esperanzada; prueba fehaciente de que ignoran, ambos toletes, la situación real del ciudadano, obligado a salir día a día a buscar qué comer, sin transporte público y con una monstruosa hiper inflación que convierte en nada sus entradas dinerarias. Y aún peor, sin entender todavía la magnitud de la tragedia político-social ni con quienes se están enfrentando.

Dadas las pobrísimas condiciones para la subsistencia humana en nuestra tierra, aceleradas estas por medidas de calibre criminal, me temo que nos acercamos a otro momento de ebullición de la desesperación poblacional, que, de nuevo, deberá enfrentar, sola, en la calle e indefensa, los instintos asesinos del Pranato y los matarifes cubanos.

Es que, por más tiempo que pase, no hay reales muestras en el liderazgo político opositor –por lo menos yo no las veo— de estar entendiendo que el verdadero problema no es votar o no votar, sino enfrentar de manera sostenida y definitiva a Maduro y sus secuaces. Y cada día es más evidente no solo su ciega negativa para asumir las cosas como son, sino también “su incapacidad para jugar en varios tableros a la vez”, como tan acertadamente se ha dicho.

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Excelente análisis. Tristemente cierto, en lo que respecta a la errática política opositora. Los efectos: apatía, desconfianza, éxodo.
De la capacidad y vocación destructiva del gobierno psuvista, pues ya sabemos que el cielo es el límite. Nada sorprende.