Crónicas de lo cotidiano 127: "La ausencia como inevitabilidad", por bonzopoe

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He tenido que estar ausente de Hive, a partir de la fecha en que escribo esto, un par de semanas, y puede que para cuando publique esto, sea aún más tiempo. La razón es sencilla: mucho trabajo. Soy docente, y se ha complicado el fin de cursos. Gajes del oficio.

Sin embargo esta vez ha sido diferente, porque he priorizado el equilibrio, lo que implica que a pesar del cansancio, me lo estoy tomando con toda la calma de la que soy capaz, y no me he estresado tanto. He ido buscando la manera de dormir bien, comer bien, y en general estar bien, y no estar como pollo sin cabeza debido al exceso de trabajo.

Sin embargo esto me ha alejado temporalmente de algunas cosas, entre ellas Hive, al menos en cierto sentido, porque no he dejado de entrar a mi cuenta y votar por las aportaciones de otros Hivers, y tampoco he dejado de crear contenido; lo que no he podido hacer es publicarlo, porque no se a ustedes, pero a mi, si me lleva un tiempo.

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Entre revisarlo, por aquello de la ortografía y redacción, diseñar la portada, buscar las imágenes interiores, y subirlo, si me puedo tardar bastante, y es algo que me gusta hacer con calma y no a las carreras. Así que se ha ido quedado pendiente para las varias publicaciones que de a ratitos he ido escribiendo en este tiempo de ausencia.

Este semi-retiro involuntario de Hive me ha hecho pensar en las ausencias que escapan de nuestro control, en las ausencias inevitables, y el impacto que tienen en nosotros y en los demás, sobre todo en estas fechas en que los sentimientos de todos, en menos o mayor grado, están a flor de piel.

Dejando de lado las ausencias de los que ya no están, y uno nunca dejar de sentir, las ausencias de los que si están, o las propias, puede ser igualmente difíciles. No poder estar con los seres queridos en ciertos momentos, no por falta de ganas, sino porque algo nos lo impide, es difícil. Hace unos años falleció mi abuela materna, y mi padre no pudo asistir al funeral porque era en el otro extremo del país, y ni lo económico, ni los tiempos, ni temas de salud, se lo permitieron.

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Yo, hace apenas unos días, no pude ir a visitar a una tía-abuela que aprecio mucho y que siempre pregunta por mi, por estar enfrascado en lo que implica el fin de semestre, y aunque hubiera preferido mil veces estar con ella que estar revisando tareas de alumnos, no pude hacerlo.

Recuerdo una antigua pareja que vivía en otro país, y a quien no pude acompañar cuando estuvo delicada de salud porque no pude viajar para estar con ella, y tuvimos que conformarnos con hablar clandestinamente por teléfono, algo que prohibía el hospital, cada vez que podíamos. Oír su voz apagada por el teléfono, en vez de estar junto a ella apoyándola, me rompía el alma, pero era lo único que podía hacer.

Nuestras ausencias involuntarias en las vidas de los otros, nos duelen tanto o más que ellos, y cuando se da la situación inversa, es igual, o peor. Todos hemos de recordar alguna fecha o acontecimiento especial en el que no nos pudo acompañar alguien que sentíamos que debía estar ahí, alguien que queríamos que estuviera ahí.

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Pero las cosas simplemente no siempre son como quisiéramos que fueran, y a veces no podemos estar donde quisiéramos y con quien quisiéramos, ni los demás estar con nosotros cuando lo deseamos, es simplemente parte de la vida.

Por eso es importante disfrutar el presente y a quienes forman parte de él, y tratar de vivir una vida lo más equilibrada posible, porque no pocas veces las circunstancias no jugarán a nuestro favor, y esa actitud y ese equilibrio permitirán que el impacto de ese tiempo que escapa a nuestro control no sea tan negativo, tan dañino.

Por lo general el impacto de lo que no se tiene se siente más que aquel de lo que se tiene, y cuando se trata de personas y/o cosas importantes para nosotros, se siente aún más. La ausencia, la de los otros y la nuestra, muchas veces es inevitable, trabajemos para que estos casos sean los menos posibles, y vivamos el presente con intensidad junto con aquellos importantes para nosotros, para que nuestras ausencias pesen menos, y se nos extrañe bien, no con pena, sino con la promesa de un nuevo encuentro futuro.

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En momentos como este, es lo que me gusta pensar, porque siento que hay muchas maneras de extrañar, y yo prefiero aquella que te saca una sonrisa, y no aquella que te provoca tristeza, y eso solo se logra cuando uno trabaja en sus relaciones interpersonales, tanto como trabaja en si mismo.

Porque sin importar lo independientes y autónomos que podamos ser, siempre somos también gracias y a través de los otros, y nuestra relación con ello, y eso debería ser prioritario durante todo el año, y no solo en estas fechas. Espero que en esto podamos coincidir. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.




©bonzopoe, 2024.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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Amigo, soy docente jubilado y entiendo muy bien la responsabilidad de este rol y sus grandes exigencias. Espero que puedas tener éxito en todos los compromisos que tienes en tu labor como educador y que puedas regresar pronto con nuevas experiencias para compartir con nosotros en nuestra querida plataforma Hive.

Feliz tarde.