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Ayer, 2 de Enero, fue para mi el real primer día del año, y desde que desperté, poco después de salir el sol, tenía algo claro: tenía que ser un día que al final pudiera decir que valió la pena ser vivido. ¿Porqué? Pues porque en eso pueden resumirse mis propósitos de año nuevo, que sinteticé en un post anterior de la siguiente manera:
Ser una buena persona con los demás y conmigo, crecer en todos los aspectos que sea posible, y estar en equilibrio.
Una forma simple de saber si al final del día cumplí con este propósito, consiste en determinar si yo siento que fue un día por el que pasé, y no uno que pasó por mi. O sea, si fue un día que aproveché de alguna manera, aunque sea mínima, en la consecución de la frase anterior, o si no.
Y esto no consiste en simplemente vivir tu día, sino en activamente lograr algo nuevo, o consolidar algo, o en dar un pequeño extra, ya sea para contigo o para con los demás. Y puede ser algo tan ambicioso como forzarte a hacer algo que te pesa hacer, como hacer ejercicio por la mañana a pesar del frío, o tratarte con cariño al final de un día duro de trabajo.
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Aquí la palabra clave es 'activamente', lo que implica hacerlo de manera consiente, intencionada. Y es clave porque tengo la impresión de que mucha de nuestra vida la vivimos por inercia. Hacemos lo que tenemos que hacer, lo que se espera de nosotros, muchas veces sin pensar si es correcto o no, si nos hace bien, y/o a los demás o no, y sin darnos cuenta nos conformamos con eso.
Vivir no puede ser simplemente "pasar" por la vida, la vida debe ser vivida, y eso implica un esfuerzo, una intencionalidad, un deseo profundo de que así sea, y eso implica trabajo, pero también recompensas. Y no un trabajo en el sentido negativo de la palabra, ni recompensas en el sentido grandilocuente de la palabra, sino en un sentido más amplio.
No se trata tampoco de lograr grandes cosas, aunque si las logras que bien, sino más bien de darle su justo valor a todo, sobre todo a lo pequeño, a lo sencillo, a todo aquello que pasa inadvertido, y que si lo vamos sumando al final tiene más peso del que imaginamos. La playa a final de cuenta es un enorme conjunto de pequeños granos de arena, y si la playa es la vida, los granos de arena son nuestras acciones.
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Pocos pueden ser un acantilado, enormes rocas que impresionan a cualquiera, pero todos podemos ser una hermosa playa, una que construimos con nuestras acciones y decisiones de cada día. Desde ayer mi propósito es mejorar mi playa, y para ello cada grano de arena que le agregue cuenta, cada acción y decisión bien pensada cuenta.
La vida es un regalo, y como en el juego de amigo secreto, o santa secreto, que se practica tanto en estas fechas, a unos le toca mejor regalo que a otros, eso es algo que escapa a nuestro control, pero en el caso de la vida lo importante no es el regalo, sino que haces con él, como lo aprovechas.
Vive activamente, conscientemente, y súmale a tu playa toda la arena que puedas, y cuídala, que es todo lo que tienes, es todo lo que eres y lo que puedes ofrecer y disfrutar. Suma un hermoso lugar al archipiélago de la existencia y haz de este mundo un mejor lugar para vivir, a partir de tú ser mejor un poquito mejor cada día; tal vez no lo parezca, pero eso marca una gran diferencia. Muchas gracias por leerme, muy feliz 2024, y hasta la próxima.
©bonzopoe, 2024.
Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.