Y empeñada en tocarte mientras te observo,
queriendo escuchar tu voz, me sumerjo en un profundo silencio…
No escucho.
No te escucho.
Veo tus labios fruncidos como queriendo decir algo
que te obligas a callar.
Y yo espero…
Yo espero pacientemente.
Algún día tus labios ganarán la batalla y hablarás.
Me dirás aquello que quieres decir y que quiero escuchar.
Aquello que tus labios no dicen, pero tu cuerpo entero grita.
Y yo espero…
Seguiré esperando y disfrutando tu interna batalla entre lo que sientes y quieres ocultar.