Jeanne D’Arc, también llamada la Doncella de Orleáns, pero mejor conocida como Juana de Arco. Fue una joven campesina francesa que asegurando recibir luces de Dios, guió al ejército francés en la Guerra de los Cien Años, la cual duró en sí 116 años, y cuyo conflicto era resolver quien controlaría las inmensas posesiones acumuladas por los monarcas ingleses en territorio Francés.

Nació en Domrémy, un pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la región de la Lorena, Francia. El 6 de julio de 1412, siendo la menor de cuatro hermanos e hija de Jacques D'Arc e Isabelle Romee.

Su niñez y juventud se vio asolada por la sangre y la guerra, en la cual, mientras las tropas asolaban el país, la pequeña Juana, de tan solo trece años, se enfrentó a una serie de visiones divinas que cambiarían su vida: San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita le aconsejaron llevar una vida devota y piadosa. Una misión que ella lideraría al frente del ejército francés.

A pesar de sufrir el rechazo del príncipe Carlos (porque una mujer liderará un ejército) en múltiples ocasiones, la delicada situación que atravesaba Francia en esos momentos obligó al futuro monarca a confiar en la guerrera. Juana de Arco lideró desde entonces una milicia de más de cinco mil hombres, que consiguió derrotar al enemigo y levantar el cerco de Orleans. Una importante victoria que permitió, el 17 de julio de 1429, el delfín fuera coronado en la catedral de Reims como Carlos VII. Juana había conseguido vencer a los ingleses y dar a Carlos la corona de Francia ganándose otro título por el cual sería conocida "La Doncella de Orléans."

Tras cumplir su cometido, Juana dejó de escuchar las voces de aquellos santos y se disponía a marcharse a casa. Tarea que no pudo cumplir por el deseo de sus superiores de presentarse en el ataque contra Paris, también llamado el asedio de Compiègne. Siendo capturada, el día 23 de mayo de 1430 en dicha batalla por los borgoñoses.

Tras permanecer en varios castillos en cautividad, Juana fue entregada por los borgoñoses a los ingleses, quienes deseaban condenar a la doncella que un día derrotó a sus ejércitos.

Fue llevada a tribunal para realizarle un juicio en Ruan, Francia. A Juana se la acusaba de herejía principalmente, así como le fueron sumados aproximadamente 70 cargos entre los que se encontraban inversión de apariciones divinas y de vestir como un hombre, algo totalmente prohibido para una mujer.

Debido a esto, el 30 de mayo de 1431, con tan sólo 19 años, Juana de Arco era quemada en la hoguera acusada de hereje.

¿Redención a su memoria?

Existen diversas historias sobre esto: unas dicen que él mismo rey Carlos VII ya con la guerra ganada, solicitó la revisión de su caso años más tardes; otras más específicas en las que 23 años después de la muerte de Juana, su familia pidió una revisión del caso. Sin embargo, el único hecho concreto es que el papa Calixto III creó una comisión que rehabilitó plenamente a la joven doncella.

Y muchísimos años más tarde, más de cuatro siglos después, otro papa, Benedicto XV elevaba a Juana a los altares siendo canonizada, ahora es considerada patrona de Francia. Celebrando una festividad en su honor, el 30 de mayo en el aniversario de su muerte.

La corta vida de Juana de Arco, llena de misterios, productos en su mayoría de la poca documentación existida en la época, y marcada por la Guerra de los cien años desde su nacimiento. Nos muestra a una de las jóvenes más feroces, valientes y determinadas de aquella época; en la cual, solo los hombres salían a la Guerra, sin embargo, ella, con tan solo 17 años, combatió de primera mano librando a Orleans y dándole la corona a Carlos VII de Francia.

Su vida debería ser una completa inspiración para las jóvenes, quienes deberían de aspirar a ser tan grandes como La Doncella de Orleáns, su final, aunque trágico, nos brinda el conocimiento de una joven luchadora comprometida con su país. Es para mi un honor relatar su historia, la historia de Jeanne D’Arc, de la Doncella de Orleáns; la historia de Juana de Arco.