La llovizna-Ciudad Guayana-Venezuela.

Conocer es parte esencial en el ser humano, todos desarrollamos el interés por saber más sobre los que nos rodea, sobre el mundo, sobre eso que aún nos puede asombrar, el conocimiento definitivamente genera placer. 

Comunidad steemiana, les cuento que visite un parque en el corazón de Ciudad Guayana, población situada al sur de Venezuela, en el Estado Bolívar, esa tierra no deja de maravillarme por sus paisajes únicos, por el desarrollo industrial y por su gente cálida, amable y luchadora. 

 Quiero compartir con ustedes una experiencia que pude vivir y sentir desde que llegue al parque, uno de mis sentidos se activó a tal punto que me llevo a experimentar un estado de placer contante, las siete horas que dure en el lugar, siempre me acompaño esa sensación.   

  El olor fue el causante de esta experiencia, pues al caminar por el parque nos encontramos con muchos riachuelos, lagunas y cascadas en toda la ruta, el olor a tierra mojada,  me traslado a la infancia, me recordó a la abuela y los amigos, recordé que en el fondo de la casa de mi infancia pasa un rio, en mi pueblo; asocie todo esto porque el parque es un lugar muy húmedo, lo alimenta el desagüe de  la cuarta represa hidroeléctrica más grande del mundo, la hidroeléctrica Simón Bolívar, que abastece de energía a el 86% de electricidad del país y también a algunas regiones de Colombia y Brasil.  En todo el recorrido pude ver el esplendor de la naturaleza, reflexionar como los seres humanos tenemos el placer de disfrutar de estos espacios y lo privilegiados que somos de tener la capacidad de razonar y sentir y ver las maravillas que nos ofrece la tierra. Estos olores me conectaron con mi pasado, cuando niño despertaba cada mañana muy feliz, toda esa etapa me acompaño este olor (Tierra mojada), la casita de mi abuela queda en un lugar hermoso, rodeados de árboles frutales, mucha vegetación, flores, animales de cría y un rio que cruza toda la zona, vivía en el paraíso,  hasta que nos tocó mudarnos a la ciudad y abandonar ese paraíso. Recordar todo esto me saco par de lágrimas.  

  Con la curiosidad habitando en mi cerebro me puse a investigar que producía eso en mí, recordé que el doctor Cristian, un amigo del trabajo, me comento en un almuerzo de una tarde lluviosa sobre el Petricor, que es como se nombra al olor de la tierra mojada, también me explicaba el doctor, que producía químicamente ese peculiar olor y su funcionamiento para el cerebro.  Me explico: el cerebro del ser humano y por supuesto el de cualquier otro mamífero, sea un mono o una rata, es como un espejo creador. Vive y elabora la realidad que nos circunda y luego la devuelve al mundo sin jamás reflejar esa realidad pasivamente. El cerebro recibe estímulos del medio que le rodea y elabora y procesa esos estímulos con un solo fin, aquel de mantenernos vivos. Es así como los recuerdos y sentimientos, también permiten sentirnos vivos, eso lo puedes recibir de un olor, de un recuerdo, de algún estimulo.    

  Es por ello que considero que esos recuerdos, modificaron mi estadía en el parque la llovizna, haciendo el recorrido más placentero y nostálgico; haciéndome sentir vivo,  considerándome privilegiado al recibir todo aquello.   

El petricor me activo la memoria olfativa, activando el hipocampo de mi cerebro y las funciones que generan las sensaciones de placer, satisfacción, excitación, bienestar, entre otros, para mostrarme mis mejores recuerdos.  

Ahora bien,  recuerda que es importantes vivir, vivir en plenitud, para que el paso por este espacio sea más placentero y feliz, te invito a recordar lo positivo en tu vida, a vivir experiencias únicas y disfrutar de la vida.   

salud y sabiduria para todos.