Y así es, señores. Salí una mañana desde Porto, Portugal en un vuelo con escala en España, y sorprendentemente ese día no conseguimos ningún contratiempo como la otra vez... Jajaja. Tras dos horas de vuelo y un tiempo más perdido en el aeropuerto logramos encontrar un taxi que nos llevara al hotel.

Cuando llegamos ya era de noche, así que fuimos directo a la habitación y de ahí decidimos salir a comer un algo y explorar los alrededores. ¡Yo no podía estar más emocionada! Caminamos alrededor de media hora y a la final terminamos comiendo en un Nando's que estaba por ahí. Mi papá me dijo que aunque quisiera seguir recorriendo, debíamos ir a dormir pues al día siguiente teníamos programado un city tour que iba incluido en el paquete turístico que habíamos escogido.

Al día siguiente estuvimos listos media hora antes de lo que se suponía debíamos estar listos y aún así una hora después, no teníamos noticias de ese supuesto city tour y yo realmente estaba empezando a desesperarme. Fue luego de una hora y media de espera cuando por fin alguien llamó desde la recepción del hotel buscándonos. Si, habían tardado un poco, pero estaba en Londres y nada más me importaba.

Pero no todo fue tan genial, como siempre, tiene una parte mala. Aunque no del todo... El supuesto city tour fue un recorrido en autobús que tuvo sólo una parada. Genial. Aunque no me quejo, para nada. Al contrario estoy bastante agradecida de que sucedió así y luego les cuento por qué.

Logré ver el teatro Royal Albert Hall, una sala de conciertos ubicada en esta ciudad, en dónde los más grandes artistas británicos se han presentado. Y justo enfrente de este teatro está el Albert Memorial. Una estatua en honor al esposo de la Reina Victoria. Y lo interesante de esta estatua es que está, literalmente, cubierta en oro.

Estuvimos recorriendo la ciudad por más o menos una hora, y mi frustración era horrible, cada vez que mencionaban algún lugar, yo sólo quería que el autobús parara y me dejara tomar algunas buenas fotos, pero lamentablemente no conseguí más que tomar unas cuantas desde la parte trasera del autobús.

Finalmente llegamos al centro de Londres. El lugar que tanto esperaba por visitar, a lo lejos pude avistar el Parlamento del Reino Unido, en donde se encuentra la gran campana del reloj más famoso del mundo. El Big Ben.

Y justo en frente, al otro lado del Río Támesis, se encuentra el London Eye, desde el cual se obtiene una maravillosa vista de panorámica Londres. Una perspectiva totalmente distinta de la cual le contaré en mis próximos posts!

Volviendo a la historia de mi maravilloso tour, luego de medio avistar el famoso Big Ben, la señora guía de nuestro recorrido decidió que era genial darnos la primicia de que el paquete turístico no tenía incluida la vuelta al hotel, y que teníamos que buscar por nuestra cuenta el modo de volver solos, si sin mencionar que estábamos a un buen tramo de nuestro hotel.

Si, bueno. ¿Qué les puedo decir? Unas veces pierdes tu vuelo de escala y otras te dejan varada en el centro de Londres.

Aunque esto último no resultó del todo mal...

¡Y con esto me despido por hoy! Por si te lo preguntas, en los próximos posts les estaré contando como terminó este día. En mi perfil @milanun , encontrarás otras anécdotas de este viaje. Puedes dejar abajo en los comentarios, que te pareció y si quieres que continúe escribiendo sobre mi viaje.

Gracias por leerme. xoxo.

¡Hasta luego!