El antiguo Egipto ha sido siempre una fuente inagotable de enigmas, muchos de los cuales siguen fascinando aun hoy a la humanidad. Entre los que más me llama la atención es el caso de la belleza y misterio que rodea a la Reina Nefertiti. En este mes de Marzo que está dedicado a nosotras las mujeres, quiero dejar este post como representación a una mujer que fue una pionera en cambios espirituales y condenada por ser y querer ser “ella” bajo sus dominios.
He aquí la historia resumida
Relieve de Akhenatón con Nefertiti y sus hijas
Durante el reinado del Faraón Amenofis IV, también conocido como Ajenatón, que transcurrió alrededor del siglo XIV a.C. se llevaron a cabo profundas reformas que transformaron la sociedad del Antigua Egipto. Parte del mérito de este efectivo reformismo, que modernizo aún más la enigmática civilización egipcia, se debe a Nefertiti, esposa del faraón y sin duda su principal consejera. La reina Nefertitis desapareció de la vida pública poco después, y el mismo Amenofis IV se encargó de borrar sus huellas en la historia, para lo que ordeno la destrucción de la estatua erigidas en su honor y borrar su nombre de los distintos monumentos.
La vida que hoy conocemos de Nefertiti
Aunque aun sigue abierto el debate de sus orígenes, se suele señalar a Nefertitis cpp la hija primogénita del general Aya, hermano mayor de la reina Tiy, que fue esposa principal del faraón Amenofis III, Nefertitis, cuyo verdadero nombre era Nofretete (que significa “La hermosa ha llegado”), paso su infancia en compañía de su hermana menor, Mutnedjemet, fruto de la unión de su padre con su segunda esposa y cuatro años menos que ella. En 1381 a. C. a la temprana edad de 17 años, Nefertiti controjo matrimonio con su joven primo Amenofis, quien ese mismo año tuvo con Nefertiti su primer hijo y se convirtió en faraón.
A su llegada al trono, Amenofis IV tenia tan solo 12 años, lo cual hizo que en su primer momento su mandato se viera muy manipulado por la reina madre Tiy. Pero el faraón pronto gano autoridad y, una vez liberado de la influencia de su abuela, inició un periodo de profundas reformas en el seno de la sociedad egipcia. Nefertiti, lejos de permanecer en la sombra, intervino activamente en estos cambios, que giraron principalmente en torno a abolición del politeísmo a la adoración de un único dios: Atón. La capital de Egipcio, así mismo, fue trasladada a Amarna.
Un año después de dar a luz al futuro emperador Tutankamon, ocurrió algo impensable para la época: se disolvió el matrimonio entre Nefertiti y Amenofis IV. La reina, que por aquel entonces tenía 30 años, se recluyo en una fortaleza al norte de Amarna hasta la muerte por envenenamiento del faraón, momento en que se pierde su pista, y a partir del cual todo lo que se sabe sobre ella son puras conjeturas.
Durante su estancia en la fortaleza de Amarna, donde paso los últimos años de su vida, Nefertiti fue reemplazada en sus tareas como consejera del faraón por el enigmático Semenkare. Este joven personaje, del que se dice que pudo haber mantenido relaciones amorosas con el faraón, utilizo sus influencias para reestablecer el politeísmo en Egipcio. Nefertiti, contraria a esa tendencia, intento al parecer dar un golpe de estado en defensa del Dios único Atón. Sin embargo, el plan se vio frustrado con la muerte tanto de Semenkare como del faraón en su duodécimo año de reinado. Se dice que Nefertiti aprovechó el doble fallecimiento para convertir en faraón a uno de sus hijos, Tutankamón, pero no está claro que el joven emperador fuera ni siquiera hijo de ella.
Manipulado por la cúpula del poder, el jovencísimo e inexperto Tutankamon acabo por abolir el monoteísmo y volvió a fijar en Tebas la capital de Egipto. Según diversos indicios, Nefertitis parece haber fallecido en Amarna a causa de un tracoma (conjuntivitis granulosa debida a un virus), en el tercer año de reinado de Tutankamon, abandonada a su suerte tras perder su cargo de regente.
El busto de Nefertiti
El hallazgo del célebre busto de Nefertiti atribuido a un equipo de arqueólogos de la Sociedad Alemana de Oriente dirigida por el profesor Borchardt, nos ha permitido constatar la gran belleza que siempre fue atribuida a la esposa de Amenofis IV. Conservada en la actualidad en el museo Egipto de Berlín, el busto data del año 1350 a.C. y es obra de Tutmés, brillante escultor de la XVIII dinastía. Fue encontrado entre los escombros de lo que debió de ser el estudio del artista, a pesar de lo cual se halla en muy buenas condiciones. Cabe señalar que este busto era solo un modelo con el que trabajar en posteriores esculturas, lo cual explicaría la ausencia de uno de los iris. De facciones finas y marcadas, se sabe que la escultura representa a Nefertiti por la corona azul, que fue diseñada expresamente para ella.
Imagenes National Geographic
Bibliografía: Grandes enigmas de la Humanidad ©MMIII para la edición especial Intermedio Editores Ltda., para Círculo de Lectores. ©MMII ediciones credimar. Bogotá D.C. (2.003) págs. 88-89