Cogollos de Guadix 2023

in #spanish2 years ago

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No es una subida larga, se hace un poco tediosa por la cantidad de gente, cada vez más y el calor que en su día fue inhabitual en el mes de Abril y ahora no es que amenace, es que ha venido para quedarse. El camino, una vez que sale del pueblo, atraviesa hileras de almendros, con sus almendrucos, desproporcionadamente gordos, para las fechas, parece, que estuviéramos cuanto menos, a finales de Junio.

Las cumbres de la cara norte de Sierra Nevada, apenas, tienen nieve, rompiendo esa estampa vaquera, de los doce kilómetros de la recta de la llegada a la rotonda que separa la izquierda de Jerez del Marquesado de la derecha de Cogollos de Guadix. En el pueblo, se ven casas rurales, hasta un hotel que está tan cerca del escenario desmesurado que han montado en el pueblo que pareciese que le sirviera de apoyo.

La subida, empieza saliendo de la parroquia, en dirección a la ermita a los sones del himno de España, después una marcha que me recuerda más que vagamente al Cara al sol, lo hago saber a mis acompañantes, mascullan entre dientes que este es el último año que me dejan venir. No es mi intención ofender, ya el año pasado tuve una enganchaera arriba, me he propuesto respetar en la medida de lo posible y lo no posible, las tradiciones locales.

El suegro, está haciendo la promesa descalzo, hasta la parte final, justo antes de la vereda que encara el monte repoblado de pinos, las viejas crónicas, hablan de una variedad de tomillos de baja altura que en estas fechas de Abril, daba un exorno floral más acorde con la ermita. El desarrollismo de los años de autarquía, dio lugar a eso, no vamos a entrar en ello.

Hay dos ermitas, la moderna y la antigua de las abuelas y bisabuelas, la original. Es tradición darle nueve vueltas, desconozco el porqué de ese número exactamente, he indagado y no he encontrado muchas pistas, lo más cercano, es que la gente da tres vueltas a la ermita nueva y siete a la antigua. Realmente creo que nosotros damos nueve y nueve, sin contar de forma excesivamente precisa, tiene su sentido seguro desde el punto de vista de lo atávico, de la parte más primitiva y pagana, en definitiva, una vuelta a los ritos mistéricos del ese primer humano, asombrándose ante la naturaleza.

Como he dicho, el suegro ha hecho el camino descalzo, sin grandes incidencias, exceptuando la parte final, la más sencilla, un tramo de escaleras, que le cuesta la misma vida subir en equilibrio, no sabría decir el porqué, es el segundo año que sucede lo mismo. Arriba en la ermita, la misma sensación que me acompaña las últimas veces cuando entro en los centros religiosos, no siento nada absolutamente nada.

Siempre he tenido un sexto sentido, un poco de percepción de lo inmaterial, que no encuentro reflejado en casi ninguno de esos sitios. Noto más presencia, y más el peso de los tiempos en la entrada en casa de mi abuela, que en la multitud de templos y parroquias que mis trascurrir cruza. La última vez que sentí algo especial puede ser en el santuario de Tentudía en el primitivo, que se encuentra en esas montañas de la Extremadura más cercana a Andalucía.