En silencio, la miraba mientras esquivaba mi mirada. Mis ojos serpenteaban cada espacio de su rostro. Con cautela, trataba de llegar a sus labios pero solo sentía el roce de sus mejillas. Ella sabía lo que quería y reía tras cada intento fallido, lo hacía a propósito.
Su sonrisa me animaba a seguir intentándolo.
Como pescador lanzando sus redes hasta lograr su objetivo, lo conseguí. Primero, uno pequeño. Segundo, uno más largó que el anterior. Así fueron aumentando hasta perder la cuenta para, poco a poco, escabullirnos a nuestro mundo paralelo. Mundo en donde nos perdemos y tenemos nuestro propio horario.
Salir de allí es difícil, al menos para mi.
¡No sabes lo que provocas en mi mujer!. Admito que no hubo sincronía pero es lo de menos, lograr sentir esos labios carnosos fue mejor que un premio de primer lugar. Me sentía liviano, flotando por aquel espacio que nos rodeaba.
Saber que habrán más encuentros como este, me pone la piel de gallina y causa una extrema felicidad en mi.
Es por ello que con ansias, te esperaré hasta el próximo encuentro.