Tal vez la manera en que se escuche la música atente contra la calidad de la misma…
Mi hijo de apenas dos años y medio de edad es capaz de pasar cualquier cantidad de horas escuchando música frente al computador, de cualquier tipo pues también lo hace en las piernas de mamá y papá mientras ellos reproducen canciones según sus gustos valiéndose de los miles de videos que existen en la red. Pero cuando yo oculto la página donde está corriendo el video para seguir escuchando mientras leo algún texto o reviso cualquier otro sitio, el niño se desmotiva y se baja de mis piernas, se entretiene con algún otro juego o simplemente se retira a otro lado. ¿Qué pasó acá?, ¿Acaso la música pasó a un segundo plano para convertirse en un complemento del video? De tal manera que ¿No escuchaba música sino que veía videos?
Para mi preocupación, como la de muchos otros que estén de acuerdo, Catherine L´Ecuyer dice que a esta edad lo que ocurre con un niño frente a una pantalla es fascinación y no atención. Por lo que como padres contribuimos o mejor dicho somos responsables de los problemas de atención, concentración y enfoque que afronta buena parte de la generación de niños y jóvenes de la actualidad, pues son sometidos a una terrible saturación de informaciones simultáneas. Pero la influencia de la tecnología en niños y jóvenes no es la finalidad del presente ensayo, sino cómo influye en la apreciación de la música la manera en la que se oye y/o la manera en que no las venden.
En mi generación así como en las anteriores el acercamiento a la música era gracias a un instrumento musical o a un reproductor de sonido, en mi caso por ejemplo todo lo que podía ver era un disco girando sin cesar mientras una aguja paseaba sobre su superficie. Una vez me reí de cierta persona que escuchaba música de un lector DVD conectado a un televisor, este amado personaje se quedaba absorto mirando la pantalla que solo mostraba una lista estática de carpetas y canciones, por cierto todas decían “track 1, track2, etc..”, esa vez entendí que ese comportamiento fue aprendido en la niñez por la fascinación que daba el equipo reproductor de música mientras funcionaba, la misma fascinación que genera ver a un instrumentista tocando, que ancla la vista a un solo punto u objeto mientras la mente va quién sabe a dónde.
La misma fascinación es cuando se asistía a un concierto o a una ópera donde se podía apreciar más allá de la música, su ejecución y la dramatización del mensaje implícito en ella. Mensaje implícito en ella, mensaje, implícito.
Con el boom de la televisión se crearon películas musicales y luego videos clips para la promoción y difusión de artistas en todo el mundo, uno de los primeros en aprovechar este recurso fueron The Beatles y con ello lograron apoderarse del mercado norteamericano. Poco a poco este tipo de trabajos fue ganando mucha popularidad y fue así que surgieron canales de televisión como Mtv que basa la mayoría de su programación en videos musicales. Y así la producción de clips de canciones se convirtió en una de las industrias más lucrativas en el mundo, surgieron grandes productores y directores que fueron añadiendo cada vez más y mejores recursos visuales que no tienen nada que envidiarle a una película de cine, no solo por los efectos de pantalla sino por la trama que en ellos se desarrolla. A tal punto que muchas veces el video musical cuenta una historia que no tiene nada que ver con el mensaje implícito en la música, el mensaje implícito.
Muchos artistas se han hecho populares no por su calidad musical sino por lo interesante y entretenido de sus videos, en este punto la fascinación es muy distinta pues un video musical que se base fundamentalmente en el artista tocando y/o cantando se considera ahora insípido y aburrido. Necesario es grandes paisajes, explosiones, peleas, pistolas, carros, mansiones, joyas y muchos más elementos que se superponen ante la música, pero ninguno tan utilizado como los grandes pechos, grandes traseros, grandes posiciones, grandes cuerpos.
Se trata de vender, el comercio ha aprendido que no importa la calidad de la música o la calidad del oyente ni siquiera el tipo de cultura, todo está en saber vender. En este sentido no importa la aptitud del músico cuando se cuenta con un gran productor de videos musicales y un buen cirujano plástico. En este caso el mensaje implícito es siempre el mismo, no varía, solo cambian los rostros y los nombres, de resto siempre es la misma letra, los mismos escenarios, el mismo estilo, el mismo bum bum.
Pienso que la fascinación de una pantalla con sus cuerpos, posiciones, explosiones y mansiones, limitan la capacidad de apreciación del espectador pues se impone ante la vista lo que se debe sentir, creer o pensar mientras se oye (si es que se oye), en la mayoría de los casos: deseo sexual. Y con esto se limita además la capacidad creativa en el público.
Generalmente cuando se promociona una música se hace mediante videos musicales, de tal manera que cuando la gente solo oye la grabación lo que le viene a la mente es el mensaje implícito que percibió en el video, que es siempre el mismo. Y cuando ocurre que la primera vez que conoce una canción lo hace sólo por medio del audio, experimentará una sensación de vacío, por la ausencia de información, que querrá complementar con su imaginación pero lo que le va a venir a la mente es de nuevo el mismo mensaje implícito porque es siempre igual en la mayoría de los casos. Es allí cuando, en ausencia de la imagen, empezará a bailar, vestir, hablar y en fin actuar como se le impuso mediante las imágenes. En fin, una excelente venta.
He sido testigo de esa sensación de vacío, en personas expectantes de muy buenos conciertos de música orquestal, la cual es mucho más elaborada y cargada de información que cualquiera de las que se hacen populares en los medios. Sin embargo al no existir las explosiones, las mansiones y los pechos, las personas no encuentran si quiera entender lo que allí está ocurriendo, así que recurren a sus teléfonos inteligentes, unos se entretienen tratando de hacer el mejor video del concierto que se están perdiendo y otros con la calidad de las fotos que a continuación subirán al instagram. Es como si el subconsciente les recordara que la única manera en que saben disfrutar la música es con la pantalla del celular o la Tablet.
Todo esto me parece tan trágico como las veces en que hay un accidente, por ejemplo una casa en llamas con personas adentro y los que están afuera sólo se les ocurre gravar con el teléfono lo que está pasando, en vez de hacer algo al respecto. Me imagino que si algún día se presentara Dios, la gente en vez prestar atención a lo que tiene que decir, se tirarán al suelo convulsionando porque es así que se les ha enseñado en las iglesias.
Así que, si el oyente ha perdido la capacidad de entender y apreciar la música, no vale la pena producir canciones elaboradas en ritmos, armonías y melodías. Para vender un mismo mensaje basta con un solo ritmo, una sola letra y sin melodía, es más barato.
¿Qué hacer al respecto?
Prestar atención.
En la próxima entrega.
Imágenes tomadas de pixabay
Muy interesante aporte. Ni hablar las nuevas generaciones, a pesar de tener como nunca antes, una audioteca enorme que disfrutar y que ya hubiéramos querido tener nosotros en nuestra juventud, tienen un acercamiento a la música muy distinto al nuestro y que a veces nos cuesta comprender.
Ciertamente es una bendición el acceso que hoy tenemos a la mayor parte de la música en todo el mundo, es maravilloso. Pero como dice Enric Corbera, el que no cree no puede ver.
Muchas gracias por tu valoración y tu comentario, estoy escribiendo la continuación espero que sea también de tu agrado.
Saludos desde Apure.
Importante lo que acotas acerca de las personas que van a un concierto y no encuentran qué hacer sino grabar con el celular; es algo que me ha llamado la atención, porque es muy triste que estén justo en el momento indicado donde puede vivir una de las emociones más impactantes de su vida y se la pierdan porque no saben ni siquiera que podrían vivir algo importante allí. Estaré atenta a la continuación de este tema. Bienvenido.
Gracias, es también triste para el que quiere vivir ese momento en concierto pero no puede evitar ser distraído.