Al igual que el respeto, la amistad el amor y la humildad, la vergüenza corresponde a uno de tantos valores morales.

Existen dos tipos de vergüenza: una sana la cual es aprobada por Dios y una insana, carnal la cual no es agradable ante los ojos de Dios.

La biblia nos da muchos ejemplos de cómo hombres de Dios vivieron este valor en carne propia, unos para bien otros para vergüenza. “el Señor no permitirá que sus hijos queden avergonzados.”

Tenemos el caso de Esdras en el capítulo 8 versículos 22, porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey diciendo: la mano de nuestro Dios es para bien, sobre todo los que le buscan; mas su poder y su furor contra todo los que le abandonan.

Vemos como la vergüenza aparece de una manera sana o aprobada porque Esdras había dicho antes al rey de babilonia que él era respaldado por Dios, y que no necesitaba de ejército que lo acompañase. Pero estando en medio del camino se vio en la necesidad de tener un apoyo militar y se avergonzó de volver al rey y pedir ayuda después de lo dicho, y decidió publicar ayuno y pedir ayuda al Rey de los ejércitos.

Debemos cuidar nuestro puesto y nuestro lugar en las bodas del cordero no sea que quedemos avergonzados delante del señor y sus convidados. Muchos cristianos llegan confiados y se sientan en los primeros asientos buscando llamar la atención o destacar antes los demás hermanos, olvido que quien nos exalta es el señor “el que se humilla será exaltado y el que se exalta será humillado”

Cuando nosotros despreciamos o nos quejamos de nuestro trabajo en el señor o fuera del (en lo secular) el Señor permite que se nos presente momentos de tribulación, donde somos probados para ver que tanto podemos humillarnos e inclusive siendo avergonzados por causa de la infidelidad y separación de él.

Debemos en todo momento buscar agradarle, guardando sus mandamientos sus estatutos y su palabra “si en lo poco me fuiste fiel en lo mucho te pondré”