Hola a todos!
Despúes de un pequeño receso desde mi última publicación, hoy les traigo el primero de una serie de cuentos infantiles, escritos por mi abuela.
Cuando era pequeña todas las tardes mi papá me llevaba a visitar a la abuela, ella siempre nos tenía preparados postres, y mientras los disfrutabamos se sentaba a leernos sus cuentos.
Para rendirle un homenaje a ella hoy quisiera compartirlos con ustedes, y que del mismo modo lo puedan hacer con los más pequeños de la casa.
Espero sean de su agrado, que los disfruten.
El Dinosaurio y el Unicornio
Había una vez un dinosaurio grandotooote, ya muy viejo. Cojeaba cuando caminaba y a cada rato tenía que descansar; era, pues, un dinosaurio-abuelo. No le quedaban fuerzas para nada, ni para luchar, ni siquiera para cazar. Día a día se ponía más flaquito porque no comía, ya que no podía cazar ningún insecto de los tantos que revoloteaban a su alrededor. Hasta se burlaban de él.
Un día, muy enfermo, se acostó debajo de un árbol, no había comido desde hacía muchos días. Ni siquiera un pequeño insecto o una hojita verde. Así que estaba muy hambriento y también muy triste.
Eso fue lo que le pidió a Papá Dios.
Se durmió, cansado y hambriento, pero de pronto se despertó, algo lo había pinchado.... Abrió sus cansados ojos y no pudo creer lo que veía. Una cosa rara, ni perro ni oso, ni vaca ni toro: un bicho raro con un solo cacho en la mitad de su cara.
Así le dijo el visitante al abuelo Dinosaurio. Este no pudo creer lo que veía: era tan grotesco, tan cómico, que le dieron ganas de reir. Y se reía, reía y más reía : ¡Ja, ja, jaaa ...!
-Y tú, ¿de dónde vienes? Te pareces a un Pinocho con cuatro patas y rabo también- ¡Ja, ja, jaaa....!
-Con todo respeto, abuelo Dinosaurio, por favor no se ría de mí, todos lo hacen. Usted ha pedido a Papá Dios poder reírse una vez más.... pues él me envió para que conmigo se cumpla su deseo, y por lo visto acertó.
-¡Vale, vale!, Pinocho de cuatro patas, también pedí poder comer y mucho, ¿qué pasa con eso?
Dijo el abuelo Dinosaurio ya un poco asombrado.
-Pues no hay problema, fíjate abuelo Dino : yo seré feo, cómico y todo lo demás, pero también soy útil....
Y diciéndolo, comenzó en un dos por tres a ensartar cantidades de hojitas verdes y tiernos insectos con su único cuerno y se los puso al abuelo Dino directamente en la boca.
Desde entonces, el abuelo Dino no se separó más del Unicornio, ni se reía más de él. Y fueron en adelante muy buenos amigos, porque los dos se querían y respetaban mucho.
Y así culmina este cuento.
Agradecida de antemano por sus comentarios y votos.
Los dibujos fueron realizados por @fernix como colaboración para esta publicación.
Atentos a mis próximas publicaciones.
Me alegro mucho por haber colaborado en el cuento. Éxitos. Hasta la próxima publicación. Sigue adelante.
Lo comonpartire con mi hija
Me alegra. Estos cuentos contribuyeron a que mi infancia fuera más alegre
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Me encanta leer este tipo de contenidos
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