La carta que no envié | Parte I

El reloj indica que falta media hora para las once de la noche, estoy cansado pero al levantarme esta mañana me prometí escribirte una carta con la cual te contaré mi verdad, te diré porque tuve que alejarme de ti, espero comprendas porque no he decidido hablarte en estos diez meses que han pasado, diez meses desde que me despedí y en los que en los que seguro tu cabeza ha estado llena de interrogantes las cuales espero aclararlas.

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Hace dos años empecé a salir a escondidas con un profesor del instituto donde estudiaba música, me contacto a través de una app de citas, para ese momento quedamos en mantener una relación en secreto, me convenció que era lo mejor para evitar todo tipo de conflictos en el ámbito académico, a pesar de que era válido el argumento no era la verdadera razón. Me comencé a sentir a gusto a pesar de tanto misterio por parte de él.

Con el pasar de los días en el instituto logré entablar una amistad con un estudiante de flauta, se llamaba Daniel, nuestra relación de amistad comenzó a consolidarse como un engranaje, recuerdo que solíamos frecuentar toques de bandas o conciertos de música clásica en la ciudad, reunirnos para grabar covers a canciones, aunque esto sin que mi pareja el profe supiera, todo a escondidas. Estaba convencido que si mi pareja se enteraba de esos encuentros que me hacían tan bien, podía perder la cabeza y prohibirlos puesto que mi nuevo amigo también era su alumno.

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No fue sino hasta un viernes de mayo, día del cumpleaños de Daniel, este mismo me dijo para juntarnos por unas chelas -cervezas- en la plazoleta de un mall de la ciudad, admito que al principio dudaba mucho de la invitación, primero era un sitio frecuentado cualquiera podría vernos y además me había comentado que para esa noche me contaría algo que estaba siendo parte de su vida los últimos días.

Llegue puntual al lugar, al rato llego mi amigo, lucía nervioso, su cara estaba pálida, le propuse que mejor no me contara nada si le insegurizaba o le incomodaba mucho lo que iba a decirme, me insistió en que no, que de igual forma lo haría que sólo necesitaba unas cervezas para que su vómito verbal emergiera.

Me sugirió:

• Por favor no me juzgues, escúchame atentamente hasta el final.

Mientras me contaba, ciertos aspectos me hacían creer que el personaje de su historia hablaba de mi, aunque se refería a él mismo.

• Mantuve una relación secreta por varios meses con un profesor de la academia.

Pero el desenlace de su historia era trágico, concluía con un acto de violación por parte del profesor y en consecuencia una prueba de HIV positiva a los meses.

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Contuve las lágrimas, me armé de fuerzas para consolarlo aunque yo también estaba destruido por dentro, así quede cuando finalmente entendí que era el mismo profesor con el cual estaba manteniendo una relación.

Adicionalmente me explico la razón por la cual había callado algo tan grave como una violación por mucho tiempo:

• ¡Estas demente! mis padres no saben nada de mi orientación sexual, muchos menos que he estado con hombres.
• Pero tal vez era el momento adecuado para recibir el apoyo de ellos

  -le dije-.

• Nooo, estoy seguro que solo recibiré rechazo y repulsión por ser “marica”. Mis padres son unos fanáticos religiosos y consideran el VIH como el castigo de Dios a los “perversos y depravados”

  -me interrumpió-

La noche de ese día regrese a mi casa destruído, con la mirada perdida en el autobús, coloque el teléfono en modo avión, no quería saber nada del “mundo exterior”, tenía exceso de presente y veía mi futuro desmaterializarse en pedazos como si de un objeto tangible se tratase.

Era lunes, finalmente había acabado ese fin de semana de perros. Era impresionante lo apretado que tenía mi pecho y lo agitada de mi respiración al levantarme.

Con todo el cuerpo temblando me di una ducha para dirigirme al laboratorio clínico más cercano y con un tono de voz muy bajo al llegar con el objetivo de que no escucharan el resto de los presentes hice mi solicitud de un test ELISA a la recepcionista del lugar.

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La bioanalista tomó mi muestra de sangre, aproveche el momento para preguntarle algunas dudas que tenía, sobre la efectividad del examen y si arrojaría un resultado convincente sobre mi estado debido al tiempo de incubación del virus.

Al salir del laboratorio, comencé a caminar si un destino fijo, me invadió una sensación de tranquilidad, un pequeño efecto placebo sin saber aún los resultados.

Si resultaban negativos me quitaba todas las preocupaciones, sería más prevenido de lo que había sido hasta ese momento, porque eso es algo que quiero hacerte saber no era una persona promiscua, ni mucho menos ignoraba el asunto de la existencia de métodos de prevención, sin embargo en efecto la confianza da asco, literal. Yo confiaba en él y una vez accedí a su oferta, de mantener relaciones sexuales sin preservativos.

Por el contrario si resultaban positivos tenía en cuenta que varios de mis hábitos necesitaban cambiar, en medio de mi paranoia leí acerca de la esperanza de vida de alguien seropositivo cumpliendo el adecuado tratamiento.

Cuatros horas habían pasado desde que me habían extraído la muestra de sangre, tomé un taxi por el desespero y las ansias de llegar rápido, busque mis resultados.
No quería abrir el sobre hasta estar en un lugar seguro donde pudiera expresar plenamente mis emociones.

Corrí por las escaleras al entrar a mi casa, tranque la puerta del cuarto, me persigne tres veces, abrí el sobre y el resultado era reactivo .

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Continuará...