Escrito por: Alan González (IG: @eldr_genial)
(PARTE 1: https://hive.blog/spanish/@alangon/joker-parte-1-el-fracaso-de-los-superheroes)
(Fuente: Imdb.com. Link: https://www.imdb.com/title/tt7286456/mediaviewer/rm3353122305)
El Joker de Todd Phillips bebe de la literatura. Fiodor Dostoievski describe la imagen arquetípica del hombre moderno solitario, su inconformidad esencial y sus roces con la sociedad del progreso. La narrativa de este personaje se pregunta por cual seguir en primer lugar. Su soledad existencial en este caso va ligada al desamparo social.
El protagonista de la novela, Memorias del subsuelo de Dovstoievski, vive en un espacio reducido y pobre. Una habitación destartalada ubicada en los fines de la ciudad. La claustrofobia de su vivienda se traduce a su espíritu. El personaje se consume en innumerables preguntas sobre su existencia. Un estado de duda permanente entorpece cada uno de sus pasos. Afirma que la causa de su enfermedad es la consciencia. Se diferencia a sí mismo de lo que considera un hombre rectilíneo por la capacidad de actuar. El hombre sencillo encuentra una respuesta fácil a su comportamiento porque cuestiona poco o nada sus motivos. Si el hombre del subsuelo fuera capaz de albergar un solo pensamiento, un solo sentimiento a la vez, sería más propenso a la acción. Pero carece de un asidero sólido en el cual afirmarse como individuo, una base sobre la cual construir una identidad definida. Se siente incapaz de la villanía y la nobleza porque no sabe justificar ni una ni otra. Ambas le son inútiles. En la prédica de su condición siempre espera la risa, como si su discurso fuera el del eterno bufón que habla desvaríos, ideas inconcebibles que nunca llegan a tener una validez universal. Advierte que no importa cuánto se dominen las leyes naturales si eso no trae sosiego al espíritu. Delata el fracaso para aplicar la claridad de la ciencia, del 2+2, a las pasiones del alma humana. El hombre del subsuelo es la célula de inconformidad, antídoto contra la domesticación, que pulula en todo ser humano.
(Fiódor Dostoyevski por Vasili Perov. Fuente: Wikipedia.org. Link: https://es.wikipedia.org/wiki/Fi%C3%B3dor_Dostoyevski)
Pero Arthur Fleck no solo se reconoce en el absurdo que acongoja al hombre del subsuelo. Otra particularidad del personaje es que está emparentado con Rodión Raskólnikov, de Crimen y Castigo. Ambos coinciden en absorber la enfermedad de su entorno y somatizarla en acciones irracionales. Son individuos aislados y desesperados que cobran víctimas simbólicas.
En la novela, Raskólnikov, concibe un plan para asesinar a una vieja usurera. El dinero es secundario, lo más importante es realizar un crimen perfecto. En sus cavilaciones, esta es la manera de probarse a sí mismo que es el superhombre, quien por su superioridad intelectual y moral puede pasar sobre la sociedad, que es portador de un nuevo orden y merecedor de libertades vedadas al individuo común. Su intelecto debe prever los obstáculos y superarlos de la mejor manera, su moral quedar intacta por un bien razonadamente mayor. El superhombre debe estar por encima de lo establecido.
Sin embargo, las pretensiones intelectuales de Raskólnikov contrastan con sus condiciones materiales. Ha tenido que dejar los estudios universitarios por falta de dinero y con ello la posibilidad de una carrera brillante. Su familia es pobre hasta el punto de que su hermana se ve obligada casarse con un hombre por conveniencia. Todo ello representa una presión no dicha que se convierte en fantasías compensatorias. Se piensa grande cuando se siente mínimo. Compara su soledad con la del hombre superior que no puede vivir con el mediocre, pero en realidad se humilla ante él.
Además, el sistema conoce bien a sus individuos. En una de sus tantas entrevistas amistosas con Raskolnikov, el oficial Pofirio Pretróvich le sugiere que sabe de su culpabilidad y que no lo va a arrestar porque tarde o temprano se va a entregar. Le dice que en su proceso de culpa va a vagar por la ciudad, va a contemplar la posibilidad de escapar, va a recorrer los sitios de su fechoría, va a enfermar y se va a delatar. En efecto, Raskolnikov se denuncia. Su conducta coincide con lo que profetizó el oficial a pesar del desorden y arbitrariedad de sus pensamientos.
Esta clarividencia de la nueva sociedad presupone la impotencia del individuo para actuar contra el sistema. En el fondo se siente vigilado por un ente mayor que prevé cada uno de sus pasos. La libertad entra en duda. Un libre albedrio que puede ser predicho resulta sospechoso. Una discrepancia de cualquier tipo está acompañada de un miedo paralizador. El sujeto es mínimo en el aparato social. Sus ideas, necesidades y reacciones, se encuentran fichadas en un expediente infinito. Es inválido, presidido por muchos otros iguales que él. Es impotente en tanto sus intentos de rebeldía se han probado inútiles en el tiempo. El ser humano como engranaje siente que cada pensamiento disidente es una ilusión peligrosa que se debe silenciar. Cada necesidad interna, afectiva, emotiva es un enajenamiento. Por ello ha de conformarse con una realidad objetiva, mecánica, simple y tangible.
Sin embargo, Raskonikov encuentra en la religión una respuesta, no solo metafísica, sino política y social. Es un espacio para la redención del hombre que de otro modo se olvida. Los rituales ponen nombres a los demonios inconscientes e irracionales. El proceso de culpa del personaje, en este mundo que plantea el autor, se ve subsanado por ese contenedor de pasiones que es la religión cristiana. Porque la otra cara de la castidad es la sensualidad y hasta el más malvado es capaz de encontrar a Dios. La sociedad descrita en la novela ejerce un castigo particular sobre el individuo pero se le escapa la oportunidad de redimirlo y reafirmarlo incluso en su mayor bajeza.
Dovstoievski, Fiodor (1969) Crímen y Castigo. Barcelona, España. Círculo de lectores S.A
Dovstoievski, Fiodor () Memorias del Subsuelo. (PDF)
Phillips, Todd (2019). Joker. Warner Brothers. EEUU.