¿Maximiliano sería capaz de acabar conmigo así tan fácil? Él sabía que mi actual talón de Aquiles, era Clarice, y que si ella me faltaba todo lo que me conformaba se iría al infierno. Clarice era mi estabilidad y mi normalidad. Si ella se alejaba de mí, terminaría sucumbiendo ante la oscuridad que me rodeaba. Sentí las calientes lágrimas rodar por mis mejillas y un escozor en la garganta. Lloré por una sentencia que no evitaría. No conseguiría ese dinero, y Ellie también lo sabía.
—Déjala morir. Si la sueltan, no te perdonará lo que hicieron con ella. Se llenará de odio hacia ti y no querrá verte nunca más. —Recostó su cabeza en mi hombro y su largo cabello cayó sobre mi brazo derecho—. ¿Vale la pena darlo todo por ella? Piénsalo, cariño. Me tienes a mí para siempre, junto a ti, ¿qué más puedes pedir?
—No puedo permitir que le hagan eso —articulé con la mirada en la cómoda—. No la pueden matar por mi culpa. Nunca me lo perdonaría.
—¿Qué vas hacer, Leonard? ¿Robar un banco? —inquirió sarcástica—. Si lo consigues, ella habrá muerto para entonces. Nada de lo que hagas la salvará. Aunque, quizá, llama a Max y dile que te regrese el dinero, que ella corre peligro.
No se me ocurrió la idea de llamar a Max y pedírselo de regreso, quizá porque sabía cuál sería su respuesta. Él no tenía ningún compromiso con Clarice, y tampoco era la clase de hombre que tenía gestos magnánimos con las personas que lo rodeaban. Él era narcisista al mil porciento, y siendo así consiguió que más personas lo idolatraran. Max se ganó a las personas con dinero, poder y amenazas. Así construyó su imperio.
Desvié la mirada de la cómoda a los pies de Ellie. Ella usaba el mismo calzado de la última vez que nos vimos. Sus piernas eran tan blancas como el polo norte y el contraste de su cabello oscuro, la convertían en una mujer preciosa. De nuevo recordé a Clarice y lo que hacían con ella. Las palabras de Reed retumbaron en mi cabeza: por cada hora. ¿Qué otra parte le quitarían antes de decidir matarla?
—Aunque conozco la respuesta de Maximiliano, creo que debo intentarlo.
—¿No te basta conmigo? —indagó—. Olvídala. Ella es basura de otra papelera.
—¡No hables así de ella! —gruñí y lancé su cuerpo lejos—. ¡Cierra la maldita boca!
Limpié mis mejillas, sacudí la nariz en un pañuelo y busqué el teléfono. Pasé de nuevo por el maldito filtro y esperé que lo comunicaran conmigo. Ellie desapareció de mi lado, pero su voz seguía sonando en mi cabeza. Ella quería que la dejara morir como un perro, igual que a un miserable. La vida de Clarice valía igual que cualquier otra, y era injusto que por errores míos alguien inocente terminara tres metros bajo tierra.
Cuando Maximiliano respondió, me precipité a contarle lo sucedido. Él escuchó en silencio, cada parte de la historia. Sabía que aún me escuchaba porque el sonido de su respiración era superfluo. Por un instante, entre mi declaración, pensé que él tendría un poquito de lástima por mí. Pensé que Maximiliano no sería tan cruel conmigo, cuando lo único que hice durante años fue ser su maldito perro lame botas. Yo le di gran parte de mi vida a él, en todo sentido, incluso me dejé moldear a su antojo.
¿Era mucho pedir que hiciera algo por mí después de tantos años? A medida que la historia llegaba al clímax, mis ojos se llenaron de lágrimas y deseé arrancarme las voces de la cabeza. No toleraba escuchar una y otra vez la taladrante voz de Ellie. Froté mi nariz y culminé con la pregunta del millón. Max esperó en silencio, algunos segundos, antes de quebrar mis esperanzas con una respuesta para la que no estaba preparado.
—¿Estás loco? No pienso regresarte el dinero.
—¡Estoy desesperado, Max! —gruñí con los puños apretados—. ¡Van a matarla!
—La gente muere a diario —susurró—. Una muerte más no cambiará el mundo.
Con esas palabras bailando en el aire, colgó la llamada. Estrellé el teléfono en el espejo. Escuché y observé el espejo quebrarse en pedazos grandes y caer sobre la cómoda. Quedaron algunas de las esquinas y una zona que estaba pegada a la madera. Me reverberé en los pedazos que aún permanecían en el aire, y observé como Ellie se elevaba de la cama y rodeaba mi pecho con sus brazos. Recostó su quijada en mi hombro derecho y movió sus manos por mi torso, hasta detenerse en mi cuello.
—Déjala morir.
—¡No puedo! —vociferé de nuevo—. ¿No entiendes?
—No tienes opción.
Quizá eso era cierto y no tenía opción, pero siempre existían dos caras, como las monedas. Si ellos querían torturar a una persona hasta matarla, yo iría en su lugar. Me ofrecería como el cordero para el sacrificio, mientras la dejaran libre y pudiera enmendar todo el daño que le causaron. Era injusto pensar que por mis errores, Clarice terminaría muerta. Ella era una buena persona. No merecía una muerte tan cruel.
Quité los brazos de Ellie de mi cuerpo y giré. Ella se arrodilló sobre la cama, con las manos sobre sus muslos. Mi vida no me importaba. Les suplicaría si era necesario, que aceptaran el cambio. Ellos no pondrían resistencia ante mi trueque. Era algo tan simple como el cambio de dinero por un artículo. Ellos tenían sed de venganza, así que les daría un nuevo cuerpo que sacrificar y al que sí podrían matar si eso quería.
—¿Cuál es tu plan? —investigó y quitó el cabello de su torso.
—Daré mi vida por la de ella.
Marque el número de Reed y esperé que respondiera. En otro momento no estaría preparado para morir, pero en ese instante, cualquier miedo que pudiera sentir con relación a mi cuerpo, no se comparaba en nada a lo que sentía por Clarice. Solo habían pasado dos horas desde la última llamada, así que dudaba que hubiesen hecho algo más cruel que la última vez. Parte de mis esperanzas estaban puestas en criminales. ¿Estúpido? Definitivamente. Reed forjó su carrera sobre la sangre de sus enemigos.
—¿Ya tienes el dinero? —preguntó al otro lado.
—Ofrezco un trueque. —Cerré los ojos y respiré profundo. Lo que propondría marcaría un antes y un después en mi vida. Parte de lo que Reed quería hacer con Clarice, no lo haría conmigo, pero eso no le impedía intentar—. Mi vida por la de ella.
—No es una buena idea —refutó y soltó una carcajada. La pantalla se encendió de nuevo y otra imagen apareció—. Ella mujer ya no vale ni un centavo, Leonard.
El oxígeno abandonó mis pulmones y mis ojos se llenaron de lágrimas. Era inverosímil que mi chica luciera así. Era como un video de un sacrificio satánico. Su piel estaba cortada en varios lugares, sus ojos se hincharon aún más después de los golpes y no podía mantenerse de pie. Hayes sujetó su antebrazo izquierdo y la irguió. El cuerpo desnudo de Clarice se retorció y apretó los dedos de los pies al suelo.
Ella temblaba y sollozaba por lo bajo. Tenía una herida en el vientre y una cruz marcada entre sus pechos. Si bajaba la mirada, observaba los morados en sus muslos y la sangre que corría de su entrepierna. Ella no podía abarcar las heridas con sus manos, y las amargas lágrimas descendían por sus mejillas. Me rompió el corazón ver a la mujer que más amaba, convertida en la viva imagen de la venganza.
Evité mirar en su dirección, pero la voz de Reed me regresó a la pantalla.
—Mírala, Leonard. Mira lo que hiciste. —Apretó su mandíbula con una mano y Clarice cerró los ojos. Ella no decía nada. Se limitaba a llorar y gemir como una niña pequeña después de una paliza de escarmiento—. Ella ya no puede más, la sangre baña su cuerpo. La tuvimos que arrastrar a la cámara. ¿Quieres esa mujer de regreso?
—¿Por qué hacen esto?
—Porque todo en esta vida se paga. —La lanzó contra la silla y ella soltó un alarido de dolor. Cerré los ojos y más lágrimas salieron. Reed no aceptó mi oferta. Él quería vengarse con ella, no con mi cuerpo—. ¿Entonces? ¿La tortura sigue o paramos?
—No tengo el dinero —mascullé con dolor.
—Es una lástima.
Le supliqué como a un Padre se le pide perdón por los pecados. Me arrodillé ante la cámara y le imploré que la dejaran en paz. Él solo reía como un maníaco y se vanagloriaba en su triunfo sobre mí. Reed sabía que no conseguiría el dinero, así que hizo que Clarice pagara hasta con la última gota de su sangre. Arremetió contra ella como el Viejo Testamento, y no sangre en sus venas, ni latidos en su corazón.
Cuando Hayes le pasó un arma, mi alma abandonó el cuerpo. Reed la empuñó y colocó en la sien de Clarice. Ella cerró los ojos y lloró. Las lágrimas esparcían la sangre en su rostro y enrojecían aún más sus ojos. Sus rodillas se rozaban, su cuerpo se encorvó sobre la silla y sus manos se insertaron entre sus muslos sangrientos. Mi hermosa chica se preparaba para morir. Ella conocía el destino que Reed le tenía preparado.
Reed deslizó el arma por su rostro, descendió por el cuello, entre sus senos y descansó en su vientre. Ya no sabía qué decir para que Reed la liberara. A fin de cuentas no lo haría, aunque le entregara mi cuerpo. De igual forma, esa parte de esperanza que aún no moría, continuó suplicándole un milagro a Dios.
—Por favor, Reed, te lo suplico —mascullé—. No le hagas más daño. No la mates.
—Aunque me supliques de rodillas, Leonard, no cambiaré de parecer. Para que la deuda se salde, sangre teñirá el suelo de esta bodega. —Una lágrima cayó al suelo y mi fe murió justo en ese instante. El arma ascendió a su cuello y rozó su ensangrentada clavícula derecha, segundos antes de detenerse sobre su corazón y pulsar varias veces sobre el tatuaje—. Creíste que esto era un juego. Te demostraré que no lo es.
—Por favor —supliqué desesperado—. Por favor.
—Es tarde —farfulló y la detonación cercenó las súplicas.
El cuerpo de Clarice quedó colgado de la silla, con su cuerpo ladeado y los ojos cerrados. Una abertura permaneció en su boca, por la que veía una hilera de sus dientes. Sangre manaba de la herida y una abertura del tamaño de un pin adornaba su pecho, sobre lo que alguna latió por mí. Un grito desgarró mi garganta y las uñas se clavaron en mis piernas. Un dolor me abrazó y un escalofrío se apoderó de mi cuerpo.
La ira repletó mi sangre y calentó mis pensamientos. No podía pensar en nada más que no fuera esparcir la sangre de todos ellos sobre la tierra de mi chica. Los haría pagar con su vida, quitarle la de Clarice. Los maldije hasta sentir mis cuerdas vocales fracturarse y mi voz quebrarse. Un ardor arropó mi garganta, a medida que las lágrimas caían sobre el piso. Reed limpió el arma y señaló la cámara.
—Saldaste tu deuda.
Guardó el arma en la parte baja de su espalda y lanzó la camisa encima. En nombre de todo lo que sentía por Clarice, haría que pagaran. Estaba solo, lo sabía, pero la ira siempre fue una de las adrenalinas más poderosas. Esa ira que sentía hacia ellos, haría que pagaran uno a uno la muerte de Clarice. Ellos pensaban que no era oponente para una banda tan grande como esa, cuando la realidad era muy diferente.
Reed miró a Clarice con desprecio y tomó el pulso en su cuello. Quería asegurarse que estaba muerta. ¡¿Quién carajos sobrevivía un disparo en el corazón?! El pateó sus piernas y ella se movió un poco. Reed le gritó a Hayes que se acercara con lo que le había pedido. Él llegó con un botellón de un líquido rojizo pálido. Comenzó a esparcirlo por los pies de la silla, las piernas de Clarice y al final roció el resto sobre la cabeza.
—Te voy a encontrar y te mataré —amenacé—. Los mataré a todos.
—Buena suerte. —Sonrió y movió su dedo índice—. Quémala, que no quede nada.
Hayes frotó el encendedor en su pantalón y lo arrojó al cuerpo de Clarice. Una llamarada de fuego la arropó de pies a cabeza, segundos antes de observar a Reed marcharse de la escena. Los observé detrás de las llamadas, de espaldas, mientras el cuerpo de Clarice se calcinaba. El video habría permanecido así hasta que no quedara nada, de no ser porque pateé la cómoda con toda mi fuerza y la pantalla cayó al suelo.
Acabé con media casa. Destruí todos los espejos de la casa, los platos, los vasos, los jarrones, la cómoda y el parabrisas de mi auto. Usé una llave de cruz para terminar de sacarme la ira, sobre el televisor y los videos de nosotros. No quería que quedara nada que me recordara a ella. Clarice quedaría solamente en mi memoria. Lo único que salvé fue una fotografía de ella; imagen que usaría para cobrar mi venganza.
Al final me lancé al suelo, aun con la llave en mi mano derecha.
—¿Ahora qué harás? —preguntó Ellie. Me quedé solo con ella.
—La ley de Talión.
—No sabes donde esta —replicó ella.
Ellie sabía con quién arremetería para cobrar mi venganza. Con la mirada sobre los restos de lo que fue una vida maravillosa, juré que pagarían el daño que le causaron.
—Te juro que la voy a encontrar, y su sangre pagará la deuda.
Capítulo 47 | Alma sacrificada [Parte 2]
La pantalla se tornó negra y tras una patada, se corrió a la punta de la cómoda. Me desplomé el suelo, con las piernas arriba y las manos recostadas en las rodillas. Clarice nunca me perdonaría la tortura en la que estaba sumergida por mi culpa. Nunca debí entregarle ese dinero a Maximiliano. Ese hombre solo lanzaba desgraciadas contra mí, y por un instante pensé que quizá todo era parte de un plan para sacarme del camino.
@rossnieto; No creo que Andrea y Ezra sean los culpables y sean quienes deben pagar las locuras de Leonard, Ellos al igual que el resto han sido solo victimas de la obsesión de una persona sin escrúpulos que al ver que no consigue lo que desea, quiere acabar con todo lo que se le ponga a su paso. Clarisse no merecía morir O si? pues al fin y al cabo ella siempre supo lo que hacia Leonard y seguía con el es más en mi opinión personal ella no tenia porque estar con el era el novio de su hermana, pago cárcel por su falta de cuidado con ella en fin son muchas opiniones encontradas acá.
Jamas había deseado la muerte de nadie y mucho menos de personajes principales, pero lo que sufrió Clarice me llego como nunca antes me había sucedido. Suena cruel decir que Andrea merece morir, pero si nos ponemos en los zapatos de Leonard (sin importar lo chiflado que este) yo como persona, que me maten a un ser querido así de esa manera también buscaría la venganza. Me las cobraría con creces, mataría a quien mas le doliera aunque eso incluya matar al hijo de Max y a Andrea. Nadie en el mundo merece un dolor de tal magnitud y quedar impune, es como si mataran en frente de ti a tu familiar mas querido. Si me pongo a analizar todas las circunstancias desde el comienzo de la saga da como resultado que todo acabaría, tanta lucha, tanta guerra y tanto odio son solo la muerte de Andrea. Y me duele porque no hay amor como el de Ezra y ella, me duele porque presiento que terminará sucediendo.
P.S. Sí, si he deseado la muerte de muchos personajes jajajajaja por ejemplo... Skyler, Max, Adrew y hasta el mismísimo Leonard :v en su momento desee que muriera Eric y también Angie (esa estúpida no podía casarse con mi Nick -_-)
OH por Dios Que ruede la sangre....
Por culpa de un lame botas una inocente perdió la vida y ahora la venganza sera mucho peor. ANDREA Escondeteeeeeee porque Leonard acaba de declararle la guerra a Max y su victima eres tu.....
en serio Aime?... tenia q pasar x tanto una inocente algo injusto...
ahota la venganza de Leonard sera x mil no solo contra Reed tambien con Max y a El se lo cobrara doble xq sera Andrea quien pague x ello....
Oh que dolor era necesario tanta violencia hacia una persona inosente no lo creo ahora solo quiero que leonardo tenga el tiempo suficiente para vengar la muerte de clarie hoy si quiero sangre que los descuartice pedazo a pedazo y los queme vivos.
Me dolio la muerte de clarie como no tienes idea Aime no merecia morir asi 😢😢😢😢
Qué triste Clarice no merecía morir así y si seguramente Leonard se va a querer vengar de Max con Andrea empieza lo bueno Aime ya quiero seguir leyendo
¡Ay, por Dios! Reed es un maldito sádico. Jamás deseé ni desearé la muerte de nadie, hablando en general, pues.
Leonard, con todo y lo loco que estaba, amaba a esa mujer y verla morir de ese modo, estoy segura de que no lo esperó. Me dolió tanto como la muerte de mi abuelo, te lo juro, Aime Yajure. Ahora ese hombre está sediento de venganza, y yo también.
P.D.: Leonard nunca fue de mis favoritos, pero me pongo en sus zapatos y sé lo que se siente.
Pobre chica...por fin la mató y no la siguió torturando...no merecia morir de esa forma pero como dijo Reed todo se paga y era obvio que se la iban a cobrar con ella. Ahora Leonard querrá ojo por ojo... que pasará por Dios!!!???
Estoy impactada...cada capitulo sobrepasa el anterior....
Creo q será la única vez en que le tengamos pena a Leonard, xq sufrimos como él la impotencia d no poder ayudar a Clarice y salvarla. Reed y sus compinches se han jugado la vida xq Leonard no los dejará impunes y aunque parezca q su primer objetivo d venganza es una mujer (Andrea, Sam!?), no me extrañaría q quiera acabar con todos... La locura ya se adueñó d su mente.
Aime, menos mal q el relato d tortura no ha sido más explícito pero no sé por qué me parece q t has contenido para no asustar a la gente 😈
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Impresionante,me lei los cap 33 al ultimo. llore, me rei, te putie; te odie y grite jaja