¿Cuántas vueltas habré dado ya? Estoy seguro que tengo varias horas caminando pero no puedo ver aun nada y no he encontrado una salida.

No tengo ni la menor idea de cómo fue que llegue a este lugar. Sé que estaba muy cómodo recostado sobre la cama de Anais cuando su teléfono sonó y lo tome mientras ella no estaba. Y lo que pasó después… ¿Qué fue lo que paso después? Ella entro y… si, ya recuerdo; ella entro y quiso quitármelo de las manos pero yo no la deje.

Otro mensaje de Diego. Ellos estaban hablando de nuevo.

¿Ella cree que llorando puede arreglar todo?

Le dije unas palabras, estaba cansado. Sentía que no merecía eso y con un fuerte portazo deje su casa. Subí al auto, maneje furioso por un rato, solo quería llegar a mi casa pero ese maldito teléfono no dejaba de sonar. Si, recuerdo muy bien el tono sonando varias veces en mi cabeza. Y luego…ya, no recuerdo más nada.

¿Qué es esto? Sentía un cosquilleo en varias partes de mi cuerpo. Ojala pudiese ver algo para poder…

Una luz tan directa como el sol me alumbro. Ya podía ver mis manos y todo mi cuerpo.
Lévate la cabeza pero la luz era tan segadora que tuve que poner una de mis manos en mi frente. No lograba ver de dónde salía esta luz, parecía que hubiese un tragaluz muy a lo lejos que solo me alumbraba a mí.

-No hay respuesta aun, Señorita. – Escuché, parecía venir del tragaluz esa masculina voz.- Ya han pasado varias días y…

-¡Usted no entiende! Yo... yo necesito poder hablar con él.- ¡Anais! Era su voz.

-¡Hey, estoy aquí!– Grité fuertemente pero mis palabras no parecían llegar hasta ellos.

-Necesito decirle que me perdone. Yo no quería esto…- Otra vez, otra vez estaba llorando.

Me reí. No, no era una risa burlona, era más bien… ¿Algún día entenderás que llorando no puedes arreglar nada? Pero ya sé que estas aquí conmigo. Tranquila, no fue tu culpa. No podrías haber evitado lo que paso porque fui yo quien no te quiso escuchar y fui yo quien salió envuelto en ira como siempre he hecho porque me vuelve loco saber que puedes compartir con otra persona.

Quisiera decirte que no lloraras pero ya entendí mi situación.

Levante mi mano hacia la luz y el cosquilleo se intensifico. Sentía que podía flotar, que podía ir hasta ella. Esta era mi salida pero… sabía que no era como lo esperábamos, que no nos volveríamos a ver porque yo ya me iba.

-Amor, si me escuchas… -Sollozaba –si me escuchas quiero que sepas que te amo, a ti y a nadie más.

Reí, nuevamente.- No seas tonta. Deje de llorar… que eso ya lo sé.

-No siento señorita, el joven… ya se fue.