La Lucha De Poderes

in #hive3 years ago (edited)
¡Les comparto la presente Fábula!

Les diré que la idea inicial surgió de una conversa con mi mamá, donde me contaba anécdotas de su infancia con sus abuelos maternos en un pueblito llamado La Ciénaga ubicado a pocos kilómetros de Puerto Cumarebo estado Falcón. Yo, a mi bisabuelo (Charo) no lo conocí, y mi bisabuela (Nena) compartía con ella cuando venía de su pueblo a visitar a mi abuela (Pilar) en Barquisimeto.
Uno de los recuerdos de mi madre, es ver a Nena preparando las arepas de maíz peláo, y mi bisabuelo Charo sacándole la masa para empuñarla con la fuerza de su mano, dándole la forma como la del tabaco que fumaba todos los días a final de la tarde. Y recordaba las mañanas donde la alarma que la despertaba eran los cantos de los pájaros posados en el jardín. Así que dentro del contenido de la historia habrán extractos reales.

Los invito a que la lean sintiendo la brisa batiéndoles el cabello, mientras contemplan a Charo con su sombrero trabajando su huerto y el paisaje de montañas, con caminos mixtos de cemento y tierra de caliche.


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La luz del Sol se difundía en todas las direcciones, iluminando el horizonte en un pueblito llamado La Ciénaga, era el despertador natural para José del Pilar, conocido en el pueblo como Charo.


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Bien temprano después de colar su café con la manga de tela salía a arar la tierra de su Huerto, al compás de las notas del canto del Cardenal, un pájaro tan fiel como el perro. Faena que realizaba mientras escuchaba el zumbido de la brisa al chocar con los cardones.


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Un buen día el Cardenal, se sintió celoso al compartir el amor de Charo por el Huerto, molesto lo enfrenta con actitud retadora, con su figura exótica de color rojo intenso y su envergadura de sus 22 cm de ancho con alas abiertas. Expandiendo la cresta, mientras retaba al Huerto escoltado por cada planta de cilantro, tomate, auyama y maíz.
El Huerto escucha unos gritos de reclamo:

-¡ERES EL CULPABLE! NO COMPARTIRÉ EL CARIÑO DE CHARO CONTIGO.


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El Huerto volviendo su mirada hacia arriba le contesta…

-¡No compito contigo! No puedo cuidar a Charo desde los aires y tampoco sé cantar para acompañar sus silbidos.


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Palabras que hicieron reflexionar al Cardenal, respondiendo posado en la cima de un cardón.

-¡Tienes razón! Cada mañana Charo me acompaña en mi cantar, mientras acaricia tu tierra con el arado ayudado por la brisa.


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Y el Huerto le responde: -¡te das cuenta! Que para Charo, tu amistad es tan valiosa como la mía. El Cardenal le presenta disculpas, sobrevolando tan bajo que parecía que lo abrazaba en su recorrido.

A partir de ese momento tanto el Cardenal como el Huerto hicieron una amistad que duraría toda la vida.


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Mientras, Charo contemplaba la belleza de ambos al terminar la faena diaria. Siempre se sentaba en la cerca, al agua bajo de su casa (a un costado) al lado del colorido jardín, y cada vecino de la zona, al pasar lo acompañaba con un café servido en un pocillo de peltre, y era ese momento, que Charo hacía uso de las bondades que Dios Padre había regalado con su creación natural, como si recibiera la remuneración por el trabajo realizado ese día.

Y colorín colorado esta fábula ha terminado.


”MORALEJA: No compitas, dedícate a hacer lo que haces cada vez mejor con respeto y compañerismo, sin envidiar a nadie”.

Sort:  

Muy bonita moraleja.Asi es hacer el.bien y trabajar sin establecer competencia,hacer las cosas por vocación.

Hola @avilezynedy Gracias por leerlo, me complace que te haya gustado. Exactamente, muy acertado tu comentario.