Hace tiempo que no participo en una iniciativa como esta, la cual nos invita a expresar el porqué, uno se unió y continúa en Hive. Sin duda, es por más del simple estímulo monetario. Claro, no se me malentienda, ser recompensado con generosidad es bienvenido, pero establecer relaciones a lo largo del planeta en aquello que uno disfruta, tales como cantar, dibujar o contar cuentos, por citar algunas aficiones, da un sentido de propósito a la misma existencia.

Me enamoré de Hive, más allá de mis primeros pininos en la antigua blockchain (Steem), al contemplar la gesta de la emancipación, de la sublevación exitosa al intento de ahogar la descentralización en la toma hostil que dio la bifurcación suave y nacimiento del objeto de nuestro amor. Este evento me mostró, con hechos, el espíritu que llevó al mítico y misterioso Satoshi Nakamoto a la creación del Bitcoin.

Hive es más que un magnífico ecosistema de aplicaciones descentralizadas y economía digital. Es el esfuerzo de una comunidad diversa de creadores de contenido (a mí me gusta llamarlos cultores del alma), desarrolladores de software, curadores e inversores; hilvanando y consolidando una nueva forma de llevar la vida fuera de los influjos de la corriente principal. Hive es resiliente, incluso, en el auge de la arremetida de las inteligencias artificiales contra la emanación de lo eminentemente humano.

Por eso, siempre he vuelto en los últimos casi cinco años de mi vida, a andar por estas sendas digitales, contactando a mis amigos hechos aquí, a quienes debo tanto en momentos de oscuridad. Hive es esperanza, un espacio para crecer y desarrollarse en aquello que uno valora y que por estar imbuido en los quehaceres de la subsistencia, uno echó por largo tiempo a un lado.

Me enamoré de Hive porque me hice escritor asiduo de ficciones con el alentador apoyo de compañeros versados en esa arte. Recuerdo cuando mi hija, la menor, me pidió que le comprara un feo muñeco (El Cuentacuentos) que estaba de moda al principio de los dos mil, y yo le dije, yo te los cuento. Sentado al borde de su cama, le leía libros de fantasías hasta que se quedaba dormida. Bueno, confieso que en ocasiones yo me dormía antes que ella, luego de haber afrontado una ardua faena laboral. Ahora, ella es una adulta, escucha conmigo al regresar de su trabajo, los que creo aquí, y reímos juntos compartiendo ideas al respecto.

Podría seguir contándoles más motivos del porqué me enamoré de Hive, y de seguro muchos de ustedes, los más adelantados en la vida, y que conste, no es que yo me vea o sienta muy viejo, empatizarían conmigo, pues por muy diferentes que nos creamos, somos más afines de lo pensado.

Apuesto cada esfuerzo por perpetuar a Hive con lo mejor de mí a la hora de compartir un pedazo de mi propia alma. Es más, aspiro a que Hive evolucione y trascienda hasta masificarse en pro de la mayoría. Sé que Hive está abierto a todos, pero en cierta forma, en esta etapa aún no es para todos, pues amerita un camino de conocimiento y ciertas habilidades. Nada del otro mundo, pero sí demanda cierto esfuerzo y constancia.

De lo que si doy fe, es que cuando haces clic, el amor florece…

Invito a participar a @felixmanranz, @isauris y @enraizar