El agua descansa
en la arrugada calle
de viejas casas
y nuevas puertas.
Ojos sin pestañas
miran a las nubes
mientras lloran.
Unos y otras,
juegan.
Y tu, esbelta y bronceada,
caminas, saltas,
corres, bailas,
con unos pies
delgados, repletos
de humedad.
Nada frena
tu gracioso coqueteo,
renovado una y otra vez
con una mano que intenta
secar tu rostro.
Un perro juguetón
y ansioso, ladra
desde una casa
de puertas y ventanas
abiertas.
Yo te miro temeroso
desde la abertura de
una reja con rastros
oxidados.
Sabes que estoy!
La lluvia sigue
adornando tus pechos
en piel de franela.
Yo, curioso,
salgo a una calle Iluminada
con ráfagas de velas
que alumbran sin cesar.
Sabes que estoy!
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