Mientras examinaba el álbum en aquella casa hogar con olor a café, lo recordaba. Yo era un niño típico, el más sentimental y desafortunado de todo el orfanato. Y aunque el padre Emiliano y las hermanas nos cuidaban y trataban bien, aparentemente mi ánimo siempre permaneció bajo tierra. Nunca supe lo que era que me llevaran en brazos, ni un piropo, ni un "te quiero", ni mucho menos un abrazo. Esta cara oscura con ojeras, ojos tristes, que tengo ahora, es la herencia del pasado. Pero, ¿qué te pasó a ti, hombre? eras pobre, ¿te olvidaste de ser noble? Tu rostro sigue siendo normal, pero tu humanidad está oculta. Los recuerdos seguían llegando, yo era la criatura más buena y humilde del orfanato, cuando estiraba la mano para dar sin esperar el cambio, recibía desprecios, patadas en las canillas y empujones para caer en el fango. Todas las noches me dormía llorando, haciendo chirriar los oídos de Dios cuando le pedía en oración, porque las hermanitas me enseñaron a rezar, y para empezar tenía que dar gracias por todo, pero poco era lo bueno que me pasaba, así que el resto lo hice para pedir una familia.
Y vaya que molesté tanto al creador que cuando me creció la barba ya tenía padres, un perro y vivía en una casa grande, con sirvientes, mayordomo y dinero, crecí entre lujos, olvidando quién soy. Me convertí en un hombre frío, arrogante y vanidoso. Estas viejas fotografías no cambian mi decisión hermana, este terreno es de mi propiedad, tienes 24 horas para desalojar porque mi constructor va a demoler esto en el transcurso de la mañana, aquí voy a hacer un centro comercial, ya no soy esa criatura inocente y sentimental, soy un empresario que busca más en progresar, no me hables de humildad que en este lugar se perdió, no me hagas enojar más, nada cambia mi decisión.
Imagen 1
Imagen 2