ESPAÑOL
Cada año, los pequeños de la casa, tenían la oportunidad de escoger un juguete mágico, que los acompañaría durante toda su vida, un juguete especial y único, que podía hablar, cantar, caminar y sobre todo ¡Jugar!
Como eran tan especiales, solo se permitía escoger uno por persona, por eso tenían que pensar muy bien antes de elegir, podía ser: un tren chuchu, una muñeca mágica, un osito cuenta cuentos… Todo lo que el niño desearé se hacía realidad si lo pedía con el corazón. ¿Pero a quién se lo pediría? Ahí está el detalle, casi se me olvida contarles lo más importante…
Se los pedían al maestro de los juguetes, también conocido como el domador de juguetes o Míster “Yeli” para los amigos, este muñeco de plástico era la mente maestra detrás de todo este evento, con su destreza y liderazgo se encargaba de guiar a los juguetes y convertirlos en los mejores. Todos los años aparecía con su mágica casa rodante, en cualquier parte del mundo y se aseguraba de que ningún niño quedara excluido, si estabas allá en Alaska, no importaba, porque él te encontraría.
Pero sucedió que al cabo de un año, mister Yeli no apareció, no había rastro de él ni de sus juguetes.
¿Por qué no vino Yeli mamá? Se preguntaban los pequeños de la casa y las madres les respondían: quizás venga mañana hijo… Lo que las mamás no sabían, era que en la casa rodante de Yeli, se estaba presentando un gran problema.
¡Los juguetes no querían jugar con los niños!
El señor pulpo, Alicia la bailarina, el osito dormilón, el patito Luis… ninguno estaba dispuesto a viajar a la tierra y caer en manos de esos pequeños infantes que solo los maltrataban, descuidaban, rompían y ensuciaban…
Estaban molestos por el trato que recibían sus amigos juguetes.
— ¡Cómo voy a permitir que me arranquen el cabello! Decía Alicia la bailarina.
— ¿Y si me sacan mi relleno? Refunfuñaba el osito dormilón.
— Mis hermosos tentáculos se verían muy mal si están sucios, alegaba el señor pulpo.
Todos los juguetes habían formado una algarabía tal, que míster Yeli tuvo gritar muy fuerte para hacerse oír.
Míster Yeli:
— ¡Ya basta! Si no quieren ir a la tierra, está bien, no vayan, pero no quiero oír a nadie quejándose.
Los juguetes enmudecieron y se quedaron atónitos con la reacción de Yeli, no era normal que respondiera de esa forma, usualmente cuando alguien se quejaba o tenía miedo, Yeli los animaba y apoyaba, pero esta vez, extrañamente estaba de acuerdo con ellos…
Se lo quedaron viendo un rato, pero Yeli simplemente suspiró y se fue a dormir, estaba cansado, cada año era lo mismo, los juguetes se quejaban, lloraban y al final accedían a ir a la tierra y luego se les veía felices disfrutando en los brazos de sus dueños.
En cambio, él, se quedaba siempre detrás del telón, observando las risas de los niños, los gritos y la alegría del momento, para luego regresar y repetir lo mismo el próximo año. Le alegraba que sus acciones hicieran felices a muchos pequeños, pero en el fondo de su corazón había un sentimiento que no le dejaba tranquilo. Una vocecita que le decía:
— ¿Qué pasaría si me escogen a mí?
Yeli movió la cabeza de un lado a otro y se dijo a sí mismo:
— No, eso no pasará, nunca ha ocurrido, además, soy barrigón y me estoy quedando medio calvo, ¿Quién me querría así? En todo caso, no podría irme y dejar a los juguetes solos.
Después de todo él era un juguete igual que los demás, pero su deber era quedarse y ayudar hasta donde podía, o eso creía él.
Al día siguiente, los juguetes estaban arrepentidos por su comportamiento y le pidieron disculpas a Yeli, asegurando que si querían ir a la tierra, pero tenían miedo a ese mundo desconocido.
Yeli aceptó sus disculpas y emprendieron su viaje a toda prisa, recorriendo cada hogar en donde viviera un niño e impartiendo mucha alegría a las familias de todo el mundo.
Cuando llegaron a la última casa, todavía quedaban varios juguetes, pero míster Yeli estaba agotado por tanto trajín, solo quería descansar.
Tocaron el timbre y les recibió un niño pelirrojo, su nombre era Lucas y los estaba esperando con una enorme sonrisa en su rostro, estaba ansioso por conocerlos.
Pasaron a la casa y míster Yeli les presentó a los juguetes que podía escoger, uno por uno, pero el niño en vez de elegir, empezó a hacerle preguntas:
Lucas:
— ¿En serio ha viajado por todo el mundo míster Yeli?
Yeli:
— Si lucas, así es.
Lucas:
— ¿Y es verdad que es muy fuerte?
Yeli:
— Ujum, a veces, cuando me alimento bien.
Lucas:
— ¿Es cierto que puede hacer magia?
Yeli:
— Lucas, tienes que dejar de hacer preguntas, tenemos que regresar pronto, así que decide ahora que juguetes quieres y si no quieres ninguno, podemos volver el próximo año, no te preocupes.
Enseguida Lucas respondió:
— ¡Si quiero!, ¡si quiero! Pero…
Yeli:
— ¿pero qué?
Lucas:
— ¿Me darán el juguete que quiero? ¿Sin importar cuál elija?
Míster Yeli suspiro cansado y le dijo: Si lucas, cualquiera que pidas, pero recuerda que solo puedes escoger uno.
El niño se lo quedó mirando y le dijo:
— Está bien, yo sé cuál quiero… lo quiero a usted míster Yeli.
Míster Yeli abrió mucho los ojos y exclamó con asombro:
— ¿A mí?
El niño asintió con la cabeza varias veces y le respondió: si, a usted.
Yeli estaba mudo de la impresión, parpadeo varías veces y luego desvío la mirada hacia sus compañeros, necesitaba asegurarse de que había escuchado bien, y para su sorpresa, encontró que estaban de acuerdo con la noticia, todos se veían felices, incluso más que él. Pero no dijeron nada, esperaron a ver que decidía.
Yeli aun con dudas, se dirigió nuevamente al niño y le dijo:
— ¿Seguro que me quieres a mí?
Lucas con mucho entusiasmo respondió: Si, si, a usted.
Míster Yeli lo observó con detenimiento y con una sonrisa picarona le hizo una pregunta…
— ¿Te gustaría dar un paseo?
Y así fue como nuestro pequeño domador, se convirtió en el juguete que siempre quiso ser, y de paso consiguió un ayudante.
FIN
Moraleja: El cuento nos habla acerca de los sueños frustrados o los deseos incumplidos, resaltando que cada ser vivo es importante y que todos tienen derecho a ser felices, independientemente de sus obligaciones, responsabilidades y deberes. Aplazar nuestros sueños por causas externas, al final nos causa tristeza y frustración, ese es el mensaje que quise transmitir.
Espero que les haya gustado, muchas gracias por leer hasta aquí, nos veremos en una próxima entrega 🤗
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor Deepl
ENGLISH
I'm going to tell you a forgotten story, which was lost with the passing of time, when magic still existed in every corner of the earth and people were happier, well, maybe not so much, but the fun was much greater back then, especially for children.
Every year, the smallest of the house had the opportunity to choose a magical toy that would accompany them throughout their lives, a special and unique toy that could talk, sing, walk and above all, play!
Being so special, they were only allowed to choose one per person, so they had to think very carefully before choosing, it could be: a chuchu train, a magic doll, a sleepy bear... Whatever the child wished for came true if they asked for it with their heart. But who would they ask? That's the detail, I almost forgot to tell you the most important thing.
They would ask the master of the toys, also known as the toy tamer or Mister "Yeli" for friends, this plastic doll was the brains of the whole event, with his skill and leadership he was in charge of guiding the toys and making them the best. Every year he would show up with his magical motor home, anywhere in the world and he would make sure that no child was left out, if you were there in Alaska, it didn't matter, because he would find you.
But it happened that after a year, Mr. Yeli didn't show up, there was no trace of him or his toys.
Mom, why didn't Yeli come? asked the little ones in the house and the mothers answered: maybe he will come tomorrow son... What the moms didn't know was that there was a big problem in Yeli's trailer.
The toys didn't want to play with the children.
Mr. Octopus, Alicia the dancer, Sleepy Bear, Luis the duckling... none of them were willing to travel to earth and fall into the hands of those little infants who only mistreated, neglected, broke and dirtied them...
They were upset at the treatment of their toy friends.
— How can I let them pull my hair! said Alicia the dancer.
— What if they rip out my stuffing? grumbled the sleepy bear.
— My pretty tentacles would look very bad if they got dirty," said Mr. Octopus.
All the toys had made such a fuss that Mr. Yeli had to shout very loudly to make himself heard.
Mr. Yeli:
— That's enough! If you don't want to go to the land, fine, don't go, but I don't want to hear anyone complaining.
The toys fell silent and were stunned at Yeli's reaction, it wasn't normal for him to respond like that, usually when someone complained or was afraid, Yeli would encourage and support them, but this time, strangely, he was giving them the reason...
They looked at him for a while, but Yeli just sighed and went to sleep, he was tired, every year it was the same, the toys complained, cried and in the end they agreed to go to earth and then they were seen happily enjoying themselves in the arms of their owners.
He, on the other hand, always stayed behind the curtain, watching the laughter of the children, the screams and the joy of the moment, to repeat the same thing the following year. He was happy that his actions made many little ones happy, but deep in his heart there was a feeling that would not leave him alone. A little voice that told him
— What would happen if they chose me?
Yeli shook her head from side to side and said to herself, "No, that's not going to happen:
— No, that's not going to happen, it's never happened, besides, I'm pot-bellied and I'm getting half bald, who would want me like that? In any case, she couldn't just walk away and leave the toys alone.
After all, he was a toy just like the others, but it was his duty to stay and help where he could, or so he thought.
The next day, the toys regretted their behavior and apologized to Yeli, assuring him that they did want to go to Earth, but they were afraid of that unknown world.
Yeli accepted their apology and they set off on their journey in haste, touring every house where a child lived and imparting much joy to families all over the world.
When they arrived at the last house, there were still several toys left, but Mr. Yeli was exhausted from all the hustle and bustle, he just wanted to rest.
They rang the doorbell and were greeted by a red-haired boy, his name was Lucas and he was waiting for them with a huge smile on his face, he was eager to meet them.
They entered the house and Mr. Yeli presented them with the toys he could choose from, one by one, but the boy instead of choosing, started asking him questions:
Lucas:
— Have you really traveled all over the world, Mr. Yeli?
Yeli:
— Yes Lucas, that's right.
Lucas:
— And is it true that you are very strong?
Yeli:
— Ujum, sometimes, when I eat well.
Lucas:
— Is it true that you can do magic?
Yeli:
— Lucas, you have to stop asking questions, we have to go back, so decide now which toys you want and if you don't want any, we can come back next year, don't worry.
Lucas answered immediately:
— Yes, yes! But...
Yeli:
— but what?
Lucas:
— Will I get the toy I want, no matter which one I choose?
Mr. Yeli sighed tiredly and said: Yes, Lucas, the one you ask for, but remember you can only choose one.
The boy looked at him and said:
— All right, I know which one I want..... I want you, Mr. Yeli.
Mr. Yeli opened his eyes wide and exclaimed in amazement:
— Me?
The boy nodded his head several times and answered: Yes, you.
Yeli was speechless with shock, blinked several times and then averted his gaze to his companions, he needed to make sure he had heard right, and to his surprise, he found that they agreed with the news, they all seemed happy, even more than him. But they said nothing, they waited to see what he would decide.
Yeli, still hesitant, turned to the boy again and said
— Are you sure you want me?
Lucas answered enthusiastically: Yes, yes, you.
Mr. Yeli watched him carefully and with a mischievous smile asked him a question....
— Would you like to go for a walk?
And that's how our little tamer, became the toy he always wanted to be, and in the process got a helper.
END
Reflection: The story tells us about frustrated dreams or unfulfilled desires, emphasizing that every living being is important and that everyone has the right to be happy, regardless of their obligations, responsibilities and duties. Postponing our dreams for external causes, in the end causes us sadness and frustration, that is the message I wanted to convey.
I hope you liked it, thank you very much for reading this far, see you in the next installment 🤗
Translation made with the free version of the translator Deepl
Let's see if this works :D @tipu curate.
Jajaja gracias por la intención @jesustiano 😆
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Excelente cuento infantil. Saludos!!!
Muchas gracias @josueprime, me encanta que te lo hayas disfrutado, gracias por pasarse por aquí, saludos!
Gracias a usted por crear ese maravilloso cuento infantil.
Escribir para niños es un gran compromiso, qué bueno leer tu texto.
Interesante lo que dices... No lo habia visto de esa forma, pero ciertamente lo es! Gracias por pasarte por aquí
Saludos, sería genial que como es un cuento para niños, lo acompañes con mas imágenes y así la lectura sea mas fresca.
Gracias por tu aporte 👍🏼. Creo que si me falto imágenes, después de todo es para niños y los pequeños son muy visuales jejeje, lo tendré en cuenta para la próxima vez