Hoy amanecí agradeciendo tanto y tanto. Estar aquí, ahora, realmente no es cualquier cosa.

Pasamos la vida lamentándonos de tantos instantes que no fueron, y dejamos pasar aquellos que son realmente importantes y nos podían hacer felices.

Amanecí queriendo la vida, amando cada momento actual y los que han de venir. Vivir es una aventura maravillosa que a veces estropeamos con nuestras conductas derrotistas anticipadas, esa manía extrema de decir que no antes de conocer lo que realmente hay para nosotros en una oportunidad.

Amanecí amando la naturaleza que me rodea.

Ese cielo azul maravilloso que se asoma después de una noche oscura donde también una luna brillante me recuerda que la vida es hermosa y siempre brilla a pesar de las oscuridades y malos instantes.

El verde de la vida que se asoma a mis ojos después de cada momento de lluvia.

Hoy vi danzar unas mariposas en las plantes, las vi alzar el vuelo, ir y venir entre las hojas.

Una danza maravillosa, sin prisas ni reparos, con alegría y colores. Un regalo a la vista y a los sentidos.

La vida es tan efímera y nosotros insistimos en malgastarla, en derrocharla en tantos momentos inútiles de rabia y resentimiento, de vivir en el pasado, de no pasar la página e intoxicarnos con malos recuerdos.