Amargo sentimiento, Dulce Recuerdo.
Cartas escritas en el olvido
mirando las horas en el reloj de arena mojada
contemplaba mi propia desdicha
ocultando mis recuerdos en un viejo edificio.
No importan los años, ellos han hecho su trabajo,
dejan intacta la carne de mi alma mientras destruyen
los huesos de mi espíritu, consumando mi desatendida existencia.
No hubo oscuridad ni densa bruma que impidiera
volver a anhelarte.
Los centímetros se hicieron kilómetros entre nosotros
y las veredas de nuestra vecindad, fronteras entre países.
Con el tono de tu voz me devolviste los sentidos
y el que los contiene a todos ellos: mi alma.
Artilugios modernos, sueños de brujos antiguos y herejes alquimistas me permiten contemplarte en la lejanía.
Abrazo el recuerdo de tu existencia en las huellas que dejaste
y un incontrolable deseo de poseerte se apodera de mi ser.
¿Cuánta fuerza tiene una caricia?
¿Cuánto tu presencia? que me mantienen junto a ti.
¿Como medir el sentimiento que sostiene este edificio en ruinas?
Tu piel siempre fue impalpable,
aunque sintiera como se erizaba,
tus labios siempre mentían muy bien cuando me besabas con amor.
Tu mirada se perdía en un laberinto
cuando se cruzaba con la mía.
Estabas cerca y a la vez tan lejos,
ahora lejos y te siento tan cerca,
tan intima como la seguridad de la muerte,
con tanta certeza como ganas de vivir.
Se desmorona este viejo fuerte miliar,
testigo de muchas guerras, no ha sido el honor del fuego y la pólvora los que han socavado sus cimientos
sino los dardos de tu amarga ausencia.
Un cortejo fúnebre espera tu regreso
desfile de almas nocturnas consumidas por el fuego
aguardan tu llegada.
No habrá edificio viejo al cual regresar,
pero si el lugar donde construir un mundo nuevo.
Estarán las cenizas de lo que antes fue
encima de la tierra fértil para comenzar una vez más.