Allá desde donde estás...

Pasan los años y te recuerdo, así, tal cual, con tu mirada serena y ese don de tranquilizar mi alma cada vez que conversábamos... me encantaba llamarte y escucharte, eras una enciclopedia del saber para mí, sabías tanto del mundo, de la vida, de las cosas...

Tenías siempre una palabra que acariciaba mi alma como también lo hacías con las dulces notas de tu amada mandolina...

Han pasado los años y vives en mí, en mis recuerdos infantiles, esos que marcan el alma de amor y la buena energía para la vida... me diste tanto y yo tan poco... me diste más que la vida, me formaste para el bien y si bien, en algunos momentos me he topado con el mal, también supiste formarme en esa capacidad de elegir apartarme del camino o seguir en él...

Tu inteligencia emocional siempre me asombraba, me cobijaba, me inspiraba y me sigue llevando por la vida...

Amor de mis amores, gracias te doy por tanto y sabes que tanto me faltó para darte, desperdicié los últimos momentos y te me fuíste tan rápido, ahora lloro cuando lo recuerdo...

Como quisiera regresar el tiempo, en un día como hoy estuviera entre tus brazos sintiendo tu calor, atinando a decirte en el oído, te amo, papá...

Pasan los años y siempre estás, siempre estarás como en aquellos días de antaño en que mi mente vuela y desea estacionarse... no me abandones nunca, siempre en tí quiero vivir, como en aquellos sueños de la niñez, allí me quiero quedar, a tu lado, con tus recuerdos...

Hoy más que nunca quiero decirte, Gracias, Papá, gracias por la vida y por mostrarme el camino, desde allá donde te encuentras, sígueme bendiciendo que yo, desde aquí cierro los ojos, abro mi corazón y sonrío, te sueño...