He escuchado alguna vez a las personas decir "no sé qué le vio" fulana a zutano y viceversa, porque sus características no concuerdan con sus moldes de belleza o lo que llaman buen tipo, o aquellos esquemas que se han hecho de lo que debe ser una pareja.

Y es que no necesariamente estas deben encajar en molde alguno; hay otros elementos que tienen que ver más con la manera de ser de la persona, cómo se comporta en diferentes situaciones, qué virtudes o rasgos de la personalidad destacan que lo vuelven valioso y, por lo tanto, del agrado del otro y, en el caso de la pareja, si esto es mutuo, es aún mejor.

Todo esto se convierte en admiración; esta puede ser fuerte, duradera y sobreponerse a otras circunstancias, y ser ese motor para percibir la valía del otro. Está muy relacionada con la confianza y el deseo, y eso responde por qué se mantienen juntas las llamadas "parejas disparejas".

Estamos de acuerdo en que la admiración no es un vínculo exclusivo de las relaciones amorosas; esta surge en cualquier ámbito y tipo de intercambio del ser humano. Se admira a los padres, hijos, hermanos, profesores o personas de autoridad; al amigo cuyas virtudes nos agradan; incluso estas relaciones se mantienen en el tiempo gracias a esos rasgos que apreciamos.

La admiración elabora un perfil acerca del otro que no suele ser igual para todos; por eso hasta esas personas que nos son antipáticas tienen sus partidarios que encuentran en ellos elementos de valor. Es lo que origina la pregunta con la que comencé mi texto.

Pero si la admiración es la que logra que las relaciones se mantengan, la falta de esta puede hacer que algunas, que se vean bien establecidas y cumplan con algunos estándares, se vengan al suelo. En algunos casos, porque esta no estaba conectada directamente con el ser, sino con el hacer. Y estas son dos cosas muy diferentes; admirar a alguien por un cargo o bienestar económico y no por sus cualidades como ser humano es algo inestable.

Aspectos como la lealtad, el altruismo, la empatía, la solidaridad, la bondad, el entusiasmo y la proactividad, entre otros, son cualidades que suelen mantenerse en el tiempo cuando son valores aprendidos y que forman parte de una manera de ser.

No se trata solo de sentir esa admiración, también es necesario saber expresarla. En parejas que acostumbran a decirse lo que les agrada del otro, se refuerzan los lazos. «Me gustó cómo manejaste la situación tal», «admiro tu serenidad para tomar siempre las mejores decisiones», y otras expresiones apegadas a la situación que se desea exaltar son alimentos que nutren la relación; todo lo contrario ocurre cuando solo se reciben críticas: «nunca llegas a tiempo», «sabía que se te olvidaría».

_{Con mi admiración para mí nieto.}

Estar atentos a las cualidades de las personas que amamos y hacérselo saber es todo un arte, y esto debería aprenderse desde la infancia, para que se aprenda a ver en el otro todas las bondades que le acompañan y crecer sabiendo que formarse como ser humano es una obligación hermosa que se cultiva a lo largo de toda la vida.

Gracias por tu amable lectura.

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