La mejor forma de conocer todo al estilo del mejor agente secreto de espionaje es arreglar uñas, ser manicurista, pedicurista y cejista.
Era un villaje aparentemente tranquilo, los secretos de la gente se ventilaban en conversaciones de mujeres que se arreglaban uñas de manos y pies. Era aquel un poblado muy pequeño, si alguna vecina no pasaba por la alcabala de las uñas, tenía una visita asegurada de la mujer que iba a ofrecer sus servicios de belleza de manos y pies.
Se sabía de memoria quienes vivían en cada casa y se afanaba con su cafecito revelador de secretos hasta de alcoba, de quien salía con el marido de quien, o el carro parada en la esquina esperando a fulana. Realmente este era un vicio como fumar cigarrillos o alguna droga tranquilizadora, porque al satisfacer su curiosidad la señora gorda saciaba temporalmente su sed de chismorreo.
No había ninguna niña que no conociera sobre sus estudios o el posible enamorado que la rondaba. En medio de la aplicación de la lima eliminadora de callosidades y posterior echado de esmalte de aromático olor, dejaba caer su pregunta inquisidora__¿y ya la niña tiene novio ?no!!! ni Dios lo quiera__respondia la madre__ella está solo pendiente de sus estudios_aunque la he visto muy lela últimamente.
Y continuaba el interrogatorio__¿quien es esa señora que está en tu casa?__ la del carro gris. __es que tuve que alquilar habitaciones para poder pagar el condominio__le responde la de las uñas arregladas.__ten cuidado porque tu esposo no sale de la casa desde que ella está allí.
__No, a mi esposo no le gustan ni muy jóvenes ni muy viejas, y yo le sé todos los secretos porque habla dormido.
Y así transcurría el tiempo de la barriada, esperando entre otras cosas la caja del Clap con comida, que da el gobierno y viendo novelas las que no trabajan en la calle. Y esperando una solución de la crisis de gobierno. Todas las vecinas, una tras otra desfilaban por la casa de la manicurista que le resulto mas arreglar uñas que dar clases en la Universidad, sobre todo porque la materia que daba era para hacer tesis y trabajos de investigación y tenía que leer mucho y a ella en realidad no le gustaba pasarse el tiempo leyendo
Era mejor escuchar las historias de las vecinas y conocer un poco de la vida de cada quien, ¿Qué mejor tesis que esa de conocer un poco de la vida de cada quien?
Entre sus historias y estar en la comunidad de religiosas catecúmenas pasaba la vida la señora gorda del barrio, engordando cada día mas porque su trabajo era estar sentada, escuchando cuentos de las amigas y saboreando cafecitos cómplices con galletitas dulces del barrio. Si los cuentos de la Urbanización no llegaban a ella, desde su silla de manicurista, salía a buscarlas religiosamente hasta saciar su sed de saber lo que pasaba a diario con la gente y realizar una especie de periodismo desde la comodidad de su casa.
Son muchas las historias entre cantos de gallos, y ladridos de perros, que se conocen en el barrio, con sus calles vecinales llenas de vivencias extraordinarias.
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