La trama social subyacente: la «lucha». Desde los vitriólicos nefandos hasta los que supuran el bien de sus carnes, todos, han sido presas del deseo que converge tanto con la mismidad como con la idealización de sí y de la realidad del mundo, en el mundo. Esa trama que subyace, por defecto, es una eidetización por advenir de los objetos con respecto a su esencia y formas, en constante configuración para su constante devenir en la narración y, no tanto para la introspección ni la reflexión que invite a la consternación, autoaniquilación o interrogatorio sobre lo que fue, lo que logró y lo que significó, sino para la arisca fatuidad de la gloriosa pugna de esos días que, de una u otra forma, es «apotegma alargado, de prosa», porque la narración es subyacentemente subyugada por dicha trama cuyo engranaje sólo mueve las piezas del encanto y la posteridad y a su vez, es epicentro de todos los desplazamientos prefigurantes del temblor que, consustancialmente, es ya movimiento de cualquier narración histórica del sujeto, con respecto a sí y sobre sí; es decir, sobre su deseo y su lucha. Absurdo sublime, esta «lucha» plagada de requiebros grandilocuentes frente al espejo, suplanta la vida en sí misma, la sustituye. La vida, la noción de sí y su horizonte, adquiere los matices de un protoplasma celular fenecido: un detenimiento súbito, lo mismo que un corazón de obeso con arterias obstruidas. Eso es la lucha: una vida detenida y prácticamente fenecida si se asume tal lucha como concepto de eternidad y a la vida, como concepto de «más allá» una vez culminada esa eternidad de nudillos raspados, una vez concluida la «lucha», como que si acaso las eternidades permitieran un «más allá». Si acaso, uno lúdico.
Una lucha que parece eternidad sin fisura es la lucha por las igualdades. La igualdad de género que encarnizan las feministas y la igualdad de derechos que reclama la comunidad LGBT. Occidente es lo que es porque las luchas que han explotado en sus fronteras han tenido término. Las luchas deben tener un término. Victorioso o fallido. Las condiciones lo determinan. Lo que llama mi atención es que estas luchas —en proceso y evolución— debieron haber tenido ya un término. Y obviamente, uno muy victorioso. Como bien leí hace un par de días y con lo cual coincido, “la mujer occidental puede hacerlo todo; estudiar, ser profesional, trabajar y ser exitosa, inclusive, muy poderosa”. Lo mismo con la comunidad LGBT. Pueden hacerlo todo. Sólo en el cono Sur de América, experimentan de cierta forma una mengua, pero es que Latinoamérica en sí misma es una mengua. Sea la tendencia que sigas, de forma irremediable experimentas la misma tara: ser latino. En esta parte de Occidente, el mal se reconfigura con rapidez e innovación. Siempre. Esta parte del mundo es una entelequia que concentra las mismas fuerzas anacrónicas; el mismo pasado muy presente.
Actualmente, los grupos mencionados mantienen una lucha feroz y rampante, amparada en la corrección de pensamiento. Es decir, en la debilidad del pensamiento. Y es que, francamente, la corrección en sí misma no es una floritura sino una sombra pesada, que oblitera la forma para que el fondo, se metamorfosee moralmente. La corrección de pensamiento ha graduado sus dominios; al principio, sustituía «enano» por «corto de estatura», buscando atemperar cualquier reacción emocional del sujeto; el señalamiento de la patología —el enanismo— era un insulto según este modernísimo diccionario; entonces, el encubrimiento o la mascarada, lo maquilla de cosa orgánica, de fisonomía diferente, pero nunca es una anatomía distorsionada por, no sé, digamos, la superposición de cromosomas o qué sé yo. Jamás será eso. Su lucha consistirá en amarse y aceptarse tal como es y de imponer esa estética que suprime el concepto de patología y lo suplanta por un concepto más bello, más benévolo, más humano. La patología, trastorno o síndrome es degradado al rango de «destino» que cautiva y arrastra, sin dejar a un lado la «lucha». Pero una lucha amena, donde el guerrero o guerrera sonríe infatuándose por el destino que nunca escogió. Temo por el día en que la corrección de pensamiento invalide el título «etapa metastásica del cáncer» y lo suplante por «belleza radioactiva». El Eros de la corrección política consiste en la belleza del antifaz y en el amor por la mascarada de forma.
La lumbre feminista, ígneo sustantivo, ha enfocado su claridad en desaparecer una sombra de sustantivo: el machismo. Además de que, al parecer, masculino y machista son sinónimos. Como que si la masculinidad fuese militancia activa. Y reclaman igualdad de género, con un argumento, irónicamente muy machista; que para se les reconozca como tal, como iguales, deben recibir el mismo trato que reciben los “machos”. Es decir, pueden hacer lo mismo que un hombre y recibir la misma oportunidad. Un Diógenes entristecido les diría, “Quieren ser machorras”. La valía femenina se reconoce en Occidente y se congratula y es por eso que no están llamadas a hacer lo mismo que un hombre; cada género tiene sus facilidades. Y eso está perfectamente bien. Y así como hay tareas que ambos pueden desempeñar, hay otras que, por distintas causas, competen únicamente a un género. Pero lo de hoy no es feminismo. Se acusa de machista empedernido a cualquiera que tenga detalles, incluso los más nimios, con las mujeres; desde permitir el paso en las calles hasta acercarse invitar un café a una bella dama. Y hay videos que lo ilustran, donde sólo por ello se acusa a cualquiera de acosador. A su vez, las violaciones la achacan al «machismo cabrío», nunca señalan algo como, digamos, un patrón conductual psicológico que tiene diversas causas de ser o psicopatía. Estoy seguro que los traumas psicológicos o las psicopatías o los trastornos de conducta no nacen de un supuesto machismo. Y sí hay machistas, desde luego, y sólo oprimen a la mujer que les abre las puertas. O sea, hablar de un patriarcado es insensato y brusco. Y sólo por recordar, este grupo de feministas actuales abraza el multiculturalismo que admite la entrada de musulmanes a Europa, vamos, personas que odian a Occidente y predican una misoginia brutal y que actualmente tienen una tasa de violaciones y violencia y asesinatos grupales que ejercen contra las mujeres en la UE. Una cifra silenciada por fuerzas oscuras, pero claro ¡arriba el feminismo!
Ahora la comunidad LGBT, que fue la «lucha» que me hizo escribir estas líneas. En un primer plano, el hecho de que la opinión sustrajera de la discusión el título de «relación sodomítica» e insertara el título «relación homosexual», ya es una victoria sobre los límites del lenguaje, es decir, sobre las fronteras de la realidad. Le ganaron a la tesis de la aberración de sodomizar a otro varón de la que solía escribir Freud, es decir, han conseguido más en la opinión pública y universal de lo que Onfray hubiese podido desear en su obra abiertamente en contra del psicoanalista. Le llevan la delantera a un gran multifacético de la filosofía francesa, lo cual es bastante. Y puede parecer jocoso. Lo es. Quizá no tanto. Pero es un punto a favor de la comunidad. Las personas transgéneros ya es una lucha donde no veo mucho oxígeno, pues, en sí misma la biología es hipóxica en sus fronteras y la falta de aire es notable. Por lamentable q ue les parezca a muchos, un cuerpo bombardeado por hormonas no puede cosificar la información genética ni la información cromosómica; es decir, habitar subversivamente el mundo solo sería posible en apariencia, mas no en estructura y fondo, pero este es un tema al que le dedicaré por separado. Este artículo nace precisamente por la lucha actual de los homosexuales y el porqué es debido a un reciente conflicto en redes sociales, específicamente entre «youtubers».
Una «youtuber» mexicana Kika Nieto en uno de sus videos habituales respondiendo las preguntas de sus fans, recibió una en la que se le preguntó “¿Qué opinas sobre las relaciones homosexuales?” Y ella respondió: ”Sé que me estoy metiendo en la boca del lobo… Pero ahí les va. O sea, yo entiendo que Dios creó al hombre y a la mujer para que estén juntos. Ya después lo que hayamos hecho los humanos entre hombre y hombre o entre mujer y mujer, no esta del todo bien, pero, yo no soy quien para juzgar. Fue Dios el Creador y yo no, o sea, él es el único que puede juzgar a su creación. No podemos juzgar a nadie. Yo personalmente tengo muchos amigos gays y lesbianas y les amo con el corazón. Yo los tolero”.
Esa respuesta encendió la ira de la comunidad homosexual. Posiblemente la respuesta más viral fue la del reconocido youtuber venezolano que utiliza el seudónimo “la divaza”. Una de las cosas en su video que llamó particularmente mi atención fueron estas palabras: ”Mira chama, estas oprimiendo a la comunidad, sí, lo que dijiste fue opresión contra el homosexual. ¡Porque lo dijiste en público, guárdatela y no oprimas!”. Hay que pensar con claridad: la opresión se ejerce tanto en privado como en público y significa, taxativamente, oprimir con el yugo de forma despótica. La opinión no es yugo, ni es despótico. Pero sí es parte de la libertad de expresión y expresarse es el punto de partida para coincidir, yuxtaponerse o condenar con propósito. Y en el último caso, cuando se condena es porque se desconoce algo y resulta ofensivo, mas no es una censura o reproche, pues, estos sólo tienen asidero en elementos coercitivos que se expresan fácticamente, es decir, que se expresan en la fuerza de los hechos. Y ninguna opinión es coercitiva ni fáctica, salvo que el receptor sea emocionalmente inestable y débil.
Lo que hicieron con Kika Nieto es perverso porque se trata del intervencionismo de pensamiento y sí, lo que digo parece algo sacado de cualquier enunciado marxista, pero él, con el nivel de influencia en redes, alegorizó en ese video el exceso de Estado o Estado abusivo. A las opiniones se les refutan con argumentos y retórica, no pidiendo a alguien que calle su opinión. Además de que Kika Nieto no emitió exactamente una opinión, sino que citó palabras de un versículo bíblico y luego añadió su propio parecer. Imaginen si hubiese citado este fragmento de no recuerdo muy bien en cual libro de la biblia leí, pero que dice así: ”Maldito el varón que se eche a otro varón”. De haber sido ese el caso, yo, si fuese militante de ese movimiento respondería algo como: “Pues, Kika, no estoy seguro de si el Creador refería a la sodomización forzada (violación) o si refería al encuentro sexual entre dos hombres. ¿Condena pues, el abuso sodomítico o el amor entre hombres?”. Se refuta con retórica y genialidad, no con insultos pidiendo el cese de la opinión por más contraria que sea.
Temo las luchas que guían estos dos movimientos sea similar a la lucha política que conducía la dirigencia “opositora” venezolana; una lucha que se eterniza a base de derrotas fabricadas para eternizar la superfluidad de intereses mezquinos y oscuros que, inexorablemente, conduzcan hacia una avanzada totalitarista que una vez completada, se lleve a estos movimientos también. Porque el Saturno financista que mueve el dinero, paga de esa forma a sus hijos.
Casi en todas las demás redes esos temas son dinamita pura. Una sola palabra mal utilizada en una oración y BAM! salen las hordas de la corrección política de la izquierda torcida que ya tiene 90 grados de derecha. Si te soy sincero estoy esperando que ese incendio llegue a Steemit; tan solo por ver si tendrá la misma dinámica. Saludos @cavilacion donde estes espero que estes bien.
Te amo, eres el puto amo negro. Fui testigo del escándalo en twitter, aún no he visto el vídeo de la Divaza, pero estas situaciones se dan con frecuencia en casi todo los lugares donde están involucrados receptores emocionalmente inestables y débiles, como dijiste. Yo he sido Kika muchas veces, no sé qué pasa con las personas últimamente; creo que prefieren poner la máscara y no la cara. Así, en un escenario donde casi todos tienen miedo a expresarse sin el uso excesivo de eufemismos, una persona que NO lo haga, resulta ofensiva cuando realmente no es así. La corrección del pensamiento está afectando mucho.
Este post es un regalo. Gracias.