Sin importar de que país seamos, los famosos peajes nos pueden producir sensaciones tan variadas dependiendo de cada persona y la situación en la que estemos al momento de cruzarlos.

Un pequeño gasto que debemos realizar para poder cruzar entre distritos lejanos o provincias, ya sea para disfrutar vacaciones de verano, viajes de trabajo o asuntos familiares. Algo que puede ser común para casi todos o que puede darnos que pensar al ver la cantidad de autos que pasan cada minuto por esas casetas.

En tiempos de fiesta este punto de la carretera forma largas colas de vehículos donde uno puede aprovechar y elegir alguna bebida u otro producto entre todos los vendedores ambulantes que abundan y también desean ganarse algo para llevarlo a su hogar y compartirlo en familia.

Lamentablemente, como también se ve en los semáforos de la ciudad, muchos de estos vendedores son menores de edad. Cada cual afrontando una situación distinta. Ya sea por iniciativa propia, de querer aportar a su hogar, por la necesidad de ser él quien vela por su familia o la simple obligación de sus padres.

Ese momento de espera nos puede dar mucho que pensar, pero nada nos cuesta colaborar y hacer feliz aunque sea por un segundo a esos niños y personas trabajadoras que seguramente nos agradecerán y desearán un viaje seguro y unas felices fiestas.

Y así yendo a nuestro hogar o regresando de nuestra visita, sabremos que tendremos un Feliz Viaje.