Hoy amaneció hermoso, cielo azul tropical y temperatura agradable. Me alisté bien temprano para tomar el tren de la 8.50 am vía Habana-Artemisa para visitar a mi madre y es uno de estos días en el que mi ánimo está enfocado en disfrutar silenciosamente cada sensación a mi alrededor. Las conversaciones de las personas, el canto de los pájaros, la brisa en la piel, el sol suave y cálido son solo algunas de las diez mil maravillas que me rodean, y ahí me pongo a reflexionar acerca de la abundancia.

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Increíblemente, el viejo tren llega a su hora y no hay muchos pasajeros a pesar de los problemas de transporte, y es que la gente ya no confía mucho en que esta antigua mole de hierro, haga su entrada triunfal justo en el momento que anuncia la pizarra de la estación. Los pocos que abordamos nos fuimos acomodando felizmente con esa calma característica de los buenos habitantes del trópico, hasta que al fin arrancó el añejo artefacto bullicioso. La ventanilla me ofrece testimonio del tema de mis cavilaciones, al salir de la Habana el paisaje me va regalando árboles llenos de mangos, platanales, sembradíos de hortalizas… entre otras fabulosas suculencias. Sin embargo, pesa sobre nuestros hombros la escasez…

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Unos cuarenta minutos dura la travesía; es la forma más rápida y económica de llegar a los pueblos del oeste de la Habana, siempre que no cancelen el viaje por rotura o alguna otra cuestión. Mi madre me espera con ansiedad, tiene muchas cosas que contarme y en eso pasamos el almuerzo; poniéndome al día de los últimos acontecimientos del pueblo y de sus dolores (que no son pocos). Nos tiramos en una corta siesta, para concluirla con un café que me ha activado al punto de querer montarme en la bicicleta y visitar a mi amiga Kenia. Tengo que pedalear hasta el pueblo vecino a dos Km, pero la tarde está hermosa y el trayecto lo hago con la misma alegría de quien va para una fiesta.

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Como cada día, encuentro a Kenia dándole amor a su bello patio, pletórico de frutos, verduras y hortalizas. Ella es profesora de literatura, pero tiene una pasión por la tierra que no la veía desde la época en que mi abuelo me hablaba de siembras y cosechas; y yo lo miraba sin pestañear de lo tanto que me enamoraba. Entonces me doy cuenta de que “la abundancia” sigue rondando mi pensamiento, observo y veo que está dando fe de su existencia y nosotros aquí, llorando por la escasez, qué cosa tan loca… cuantas vueltas me dio la cabeza.

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Recuerdo el Yoga y la filosofía hindú, me vienen de repente los conceptos de Purushartha; los objetivos de la vida. Específicamente el que se refiere a la riqueza, la creación de abundancia en nuestras vidas, mi relación con esto y cuánto he hecho por ser “rica”; al cual le llaman Artha. Dentro del discurso mental, repaso la dificultad de vivir entre humanos egóticos -en el poder- tomando decisiones que terminan en desastre para la vida de la mayoría, y la belleza de vivir en un planeta que no conoce otra cosa que la abundancia en toda su manifestación. Mi amiga eligió vivir conectada a la segunda opción. Y ahí la observo, cosechando sus tomates para regalármelos.

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Su patio es la síntesis para la definición de Artha; mangos, lechugas, tomates, rúcula, perejil, acerolas, grosellas, guayabas, maíz, boniato, cebollino, romero… son solo algunos de los asistentes habituales a este festín de riqueza natural. Que solo le emplea un par de horas de trabajo diario, en la tarde, cuando baja el sol. Cuando llega de pasar el día enseñándoles a otros, lo más elevado y exquisito de la literatura universal y la hermosura de nuestro idioma.

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Vivir en sintonía con la vida misma es una forma de riqueza que ningún orden social te puede quitar; es lo que siento en el patio de Kenia. No quiero irme, pero el sol ya se escondió tras el horizonte y me espera pedalear dos Km de regreso, y todavía debo acomodar en la bici las bolsas que me ha dado, repletas con los frutos de ese bendito pedazo de tierra. Besos y abrazos de despedida, el estómago y el alma feliz de todo lo que he probado, o hacía tanto tiempo no comía, o lo pagué a un precio prohibitivo para degustarlo. La tarde-noche está deliciosa, pedaleo, hoy en la cena tengo verduras frescas.

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Abundance

_{Today was a beautiful morning, tropical blue sky and pleasant temperature. It's time to go visit my mother... so I got ready early to take the 8.50 am train via Havana-Artemisa. It is one of those days when my mood is focused on quietly enjoying every sensation around me. The conversations of the people, the birds singing, the breeze on my skin, the soft and warm sun are just some of the ten thousand wonders that surround me, and there I start to reflect on abundance.}

_{Incredibly, the old train arrives on time and there are not many passengers in spite of the transportation problems, and the fact is that people no longer trust this old iron mass to make its triumphal entrance just at the moment announced on the station's blackboard. The few of us who boarded happily settled in with that characteristic calm of the good inhabitants of the tropics, until the old bustling artifact finally started. The window offers me testimony of the subject of my musings, as I leave Havana the landscape is giving me trees full of mango trees, banana plantations, vegetable crops ... among other fabulous succulents. However, scarcity weighs on our shoulders...}

_{The trip takes about forty minutes; it is the fastest and cheapest way to get to the towns west of Havana, as long as they don't cancel the trip due to a breakdown or some other issue. My mother waits for me anxiously, she has a lot of things to tell me and we have lunch; catching me up on the latest events in town and her pains (which are not few). We take a short nap, to conclude it with a coffee that has activated me to the point of wanting to get on the bike and visit my friend Kenya. I have to pedal to the neighboring village two kilometers away, but the afternoon is beautiful and I make the trip with the same joy of one who goes to a party.}

_{As every day, I find Kenya giving love to her beautiful patio, full of fruits, vegetables and greens. She is a literature teacher, but she has a passion for the land that I haven't seen since the time when my grandfather used to talk to me about sowing and harvesting; and I would look at him without blinking because I was so much in love with him. Then I realize that "abundance" continues to haunt my thoughts, I observe and see that it is attesting to its existence and here we are, crying for scarcity, what a crazy thing... how many times my head was spinning.}

_{I remember Yoga and Hindu philosophy, the concepts of Purushartha suddenly come to me; the goals of life. Specifically the one that refers to wealth, the creation of abundance in our lives, my relationship with this and how much I have done to be "rich"; which is called Artha. Within the mental discourse, I go over the difficulty of living among egotistical humans - in power - making decisions that end in disaster for the lives of the majority, and the beauty of living on a planet that knows nothing but abundance in all its manifestation. My friend chose to live connected to the second option. And there I watch her, harvesting her tomatoes to give them to me.}

_{Her yard is a feast for the definition of Artha; mangoes, lettuce, tomatoes, arugula, parsley, acerola, gooseberries, guavas, corn, sweet potatoes, chives, rosemary... are just some of the regular attendees to this feast of natural wealth. He only spends a couple of hours of work every day, in the afternoon, when the sun goes down. When he arrives from spending the day teaching others the most elevated and exquisite of universal literature and the beauty of our language.}

_{Living in tune with life itself is a form of wealth that no social order can take away from you; that is what I feel in the courtyard of Kenya. I don't want to leave, but the sun has already hidden behind the horizon and I have to pedal two kilometers back, and I still have to arrange on the bike the bags he has given me, filled with the fruits of that blessed piece of land. Kisses and hugs goodbye, my stomach and soul happy with everything I have tasted, or I had not eaten for so long, or I paid a prohibitive price to taste it. The afternoon-evening is delicious, I pedal, today at dinner I have fresh vegetables.}

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Todas las imágenes son de mi propiedad.

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