Photo is mine.
Last week, a close friend called and asked me to come over. When I arrived, I saw her busy in the kitchen, making small chops like puff puff, spring rolls, and samosas. I was genuinely excited watching how active and serious she was. It was her first time making such a large quantity, and I felt so proud of her.
A few weeks earlier, this same friend had been complaining about being broke. I reminded her she had just finished her catering class and suggested she start making some of the things she learned. She told me she didn’t have any tools.
I know her well, she loves starting big and organised. She didn’t think of starting small. But after a few minutes of encouragement and showing her why beginning small wasn’t a bad thing, she finally agreed to make peanuts and sell to her coursemates. According to her, it went really well, and she soon started taking them along with other homemade snacks to church. That consistency is how she got this big contract; to prepare small chops for her pastor’s wife’s birthday.
She borrowed the tools she needed from her mentor and used her neighbour’s oven, who also happens to be a church member.
This whole experience reminded me of the popular proverb: when there’s a will, there’s a way.
It also reminded me of the importance of good conversations. A simple chat motivated her into taking action, and that action brought results, results that may become the stepping stone for the skill she invested so much money to learn.
Photo from my friend, used with permission.
I can’t count how many times I’ve felt high-spirited and ready to take action after talking with someone. Recently, one of my girlfriends told me about a young boy who writes romance stories and publishes them on platforms like GoodNovel. She mentioned him because she knew I had tried writing a romance book a few months ago, but my story was rejected twice. I was asked to revise and reapply. But where was the inspiration to continue? I got discouraged and dropped the whole idea.
But after hearing about the young boy from her neighbourhood, I suddenly felt the urge to try again. I said to myself, if he can do it, then I can too, if I work on myself.
Aside from loving storytelling, I didn’t have any mentor or guidance in romance writing, so I downloaded some romance writing guides. I’ve been reading them with the belief that when I revise and reapply, I will definitely get a contract.
I’ve also had conversations that left me drained and ungrateful. Sometimes you talk with people, and all of you are just complaining about life and how hard everything is. You justify unhealthy things people do for money or attention. Those conversations carry a different kind of energy, one that leaves you dissatisfied and unmotivated.
Whenever i try to give a counter opinion, they made me feel like I was pretending or acting like I didn’t know what “real life” was. These types of conversations make you feel different in a way that doesn’t help your growth.
Because of this, I try not to involve myself in such “conversational situations.” I avoid people who are too pessimistic, pitiful, or controversial. People who argue endlessly also fall into this group. I avoid them at all costs to protect my energy.
The people we interact with, the words we hear, and the words we speak have a powerful impact on our lives. The conversations we have shape us, our mindset, our behaviour, and eventually our future.
This year, I’ve been more intentional about choosing the people I listen to, the people I watch, and most importantly, the people I interact with daily. I also try to nurture my mind so I can be the kind of person who adds value to others, instead of draining them or making them feel less after speaking with me.
So yes, our conversations and our words are an important part of our lives. We must be mindful and thoughtful when interacting with others and even with ourselves.
Sunday Reflections...🪞🪞
Have you had moments where someone’s words pushed you into action? Please feel free to share your thoughts in the comment section.
LEER EN ESPANOL
¿Alguna vez has tenido una breve conversación con alguien y, de repente, te has sentido motivado unos minutos después? ¿O te has sentado con alguien, o con un grupo de personas, y te has ido sintiéndote agotado, desanimado o, peor aún, confundido?
Yo he experimentado ambas cosas, y hoy quiero compartir algunos momentos que me han recordado el poder de las conversaciones.
La foto es mía.
La semana pasada, una amiga cercana me llamó y me pidió que fuera a su casa. Cuando llegué, la vi ocupada en la cocina, preparando pequeños bocaditos como puff puff, rollitos de primavera y samosas. Me emocioné de verdad al ver lo activa y seria que estaba. Era la primera vez que preparaba una cantidad tan grande y me sentí muy orgullosa de ella.
Unas semanas antes, esta misma amiga se había quejado de estar sin dinero. Le recordé que acababa de terminar su curso de catering y le sugerí que empezara a preparar algunas de las cosas que había aprendido. Me dijo que no tenía utensilios.
La conozco bien, le encanta empezar a lo grande y de forma organizada. No se le ocurrió empezar poco a poco. Pero después de unos minutos animándola y mostrándole por qué empezar poco a poco no era nada malo, finalmente accedió a preparar cacahuetes y vendérselos a sus compañeros de curso. Según ella, le fue muy bien y pronto empezó a llevarlos, junto con otros aperitivos caseros, a la iglesia. Esa constancia es lo que le valió un gran contrato: preparar unos bocaditos para el cumpleaños de la esposa de su pastor.
Le pidió prestadas las herramientas que necesitaba a su mentor y utilizó el horno de su vecina, que también es miembro de la iglesia.
Toda esta experiencia me recordó el popular proverbio: cuando hay voluntad, hay un camino.
También me recordó la importancia de las buenas conversaciones. Una simple charla la motivó a actuar, y esa acción dio resultados, resultados que pueden convertirse en el trampolín para la habilidad en la que invirtió tanto dinero para aprender.
Foto de mi amigo, utilizada con permiso.
No puedo contar cuántas veces me he sentido animada y lista para actuar después de hablar con alguien. Recientemente, una de mis amigas me habló de un joven que escribe historias románticas y las publica en plataformas como GoodNovel. Me habló de él porque sabía que yo había intentado escribir una novela romántica hacía unos meses, pero mi historia fue rechazada dos veces. Me pidieron que la revisara y la volviera a enviar. Pero, ¿dónde estaba la inspiración para continuar? Me desanimé y abandoné la idea.
Pero después de oír hablar del joven de su barrio, de repente sentí la necesidad de volver a intentarlo. Me dije a mí misma: si él puede hacerlo, yo también puedo, si me esfuerzo.
Aparte de mi amor por contar historias, no tenía ningún mentor ni orientación para escribir novelas románticas, así que descargué algunas guías sobre el tema. Las he estado leyendo con la convicción de que, cuando las revise y vuelva a enviarlas, seguro que conseguiré un contrato.
También he tenido conversaciones que me han dejado agotada y desagradecida. A veces hablas con gente y todos os dedicáis a quejaros de la vida y de lo difícil que es todo. Justificáis las cosas poco saludables que hace la gente por dinero o por llamar la atención. Esas conversaciones transmiten un tipo de energía diferente, una que te deja insatisfecha y desmotivada.
Cada vez que intentaba añadir algo positivo, me hacían sentir como si estuviera fingiendo o actuando como si no supiera lo que era la «vida real». Este tipo de conversaciones te hacen sentir diferente de una manera que no ayuda a tu crecimiento.
Por eso, intento no involucrarme en este tipo de «situaciones conversacionales». Evito a las personas que son demasiado pesimistas, lamentables o controvertidas. Las personas que discuten sin cesar también entran en este grupo. Las evito a toda costa para proteger mi energía.
Las personas con las que interactuamos, las palabras que escuchamos y las que pronunciamos tienen un gran impacto en nuestras vidas. Las conversaciones que mantenemos nos moldean, moldean nuestra mentalidad, nuestro comportamiento y, en última instancia, nuestro futuro.
Este año, he sido más selectivo a la hora de elegir a las personas a las que escucho, a las que observo y, lo más importante, con las que interactúo a diario. También intento cultivar mi mente para poder ser el tipo de persona que aporta valor a los demás, en lugar de agotarlos o hacerles sentir menos después de hablar conmigo.
Así que sí, nuestras conversaciones y nuestras palabras son una parte importante de nuestras vidas. Debemos ser conscientes y reflexivos cuando interactuamos con los demás e incluso con nosotros mismos.
Reflexiones dominicales...🪞🪞
¿Has tenido momentos en los que las palabras de alguien te han impulsado a actuar? No dudes en compartir tus opiniones en la sección de comentarios.
Traducido con DeepL.
Qué bueno, ojalá tú historia sea leída y te pidan otras y otras, es bueno dejarse inspirar y cuando las conversaciones se ponen grises, mejor hacer silencio e ignorar esos mensajes.
Saludos.